Efectos mentales de la desobediencia a la ley física - Consejo Sobre el Régimen Alimenticio por: Elena G. White

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55. Dios exige que su pueblo progrese constantemente. Debemos aprender que la satisfacción de nuestros apetitos es el mayor obstáculo que pueda oponerse a nuestro progreso intelectual y a la santificación del alma. No obstante todo lo que profesamos en lo que concierne a la reforma pro salud, algunos de entre nosotros se alimentan mal.—Joyas de los Testimonios 3:356, 357 (1909). CRA 52.3
56. No debemos proveer para el sábado una cantidad de alimento más abundante ni variada que para los demás días. Por el contrario, el alimento debe ser más sencillo, y debe comerse menos para que la mente se encuentre despejada y vigorosa para entender las cosas espirituales. A estómago cargado, cerebro pesado. Pueden oírse las más hermosas palabras sin apreciarlas, por estar confusa la mente a causa de una alimentación impropia. Al comer con exceso en el día de reposo, muchos contribuyen más de lo que se figuran a incapacitarse para aprovechar los recursos de edificación espiritual que ofrece ese día.—El Ministerio de Curación, 237 (1905). CRA 52.4
57. Se me ha mostrado que algunos de nuestros congresos campestres están lejos de ser lo que el Señor dispuso que fueran. La gente viene sin estar preparada para la visitación del Espíritu Santo. Por lo general las hermanas dedican considerable tiempo antes de las reuniones a la preparación de vestidos para el adorno exterior, mientras que olvidan completamente el adorno interno, que es de gran precio a la vista de Dios. También se destina innecesariamente mucho tiempo a cocinar, para preparar ricos pasteles y tortas y otros artículos de consumo que perjudican positivamente a los que participan de ellos. Si nuestras hermanas proveyeran buen pan y algunas otras clases de alimentos sanos, tanto ellas como sus familias estarían mejor preparadas para apreciar las palabras de vida, y serían mucho más susceptibles a la influencia del Espíritu Santo. CRA 53.1
A menudo el estómago es sobrecargado con alimentos que rara vez son tan sencillos como los que se consumen en casa, donde la cantidad de ejercicio que se hace es el doble o el triple. Esto hace que la mente esté tan aletargada que resulta difícil apreciar las cosas eternas, y la reunión termina, y ellos están chasqueados por no haber gozado más del Espíritu de Dios... Que la preparación para comer y vestir sea un asunto secundario, pero que un profundo escudriñamiento del corazón comience en el hogar.—Testimonies for the Church 5:162-164 (1882). CRA 53.2

El efecto sobre la apreciación de la verdad

58. Necesitáis mentes claras y enérgicas para apreciar el carácter excelso de la verdad, para valorar la expiación y estimar debidamente las cosas eternas. Si seguís una conducta equivocada y erróneos hábitos de comer, y por ello debilitáis las facultades intelectuales, no estimáis la salvación y la vida eterna como para que os inspiren a conformar vuestras vidas con la de Cristo; ni haréis los esfuerzos fervorosos y abnegados para conformaros con la voluntad de Dios que su Palabra requiere, y que necesitáis para que os den la idoneidad moral que merecerá el toque final de la inmortalidad.—Joyas de los Testimonios 1:196 (1868). CRA 54.9
59. Aun cuando Ud. sea estricto en cuanto a la calidad de sus alimentos, ¿glorifica Ud. a Dios en su cuerpo y en su espíritu, que son del Señor, tomando tanta cantidad de alimentos? Los que colocan tantos alimentos en el estómago, y así cargan demasiado su naturaleza, no podrían apreciar la verdad si oyeran cómo se espacian en ella los que la presentan. No podrían despertar las sensibilidades entenebrecidas del cerebro para darse cuenta del valor de la expiación, y del gran sacrificio que se hizo por el hombre caído. Es imposible para los tales apreciar la grande y preciosa recompensa, que es rica en extremo, y que se halla en reserva para los fieles que triunfan. Nunca debe dejarse que la parte animal de nuestra naturaleza gobierne la parte moral e intelectual.—Testimonies for the Church 2:364 (1870). CRA 54.10
60. Algunos están satisfaciendo los apetitos carnales, que combaten contra el alma, y que son un obstáculo constante para su progreso espiritual. Siempre tienen una conciencia acusadora, y si se presentan verdades directas, están listos para darse por ofendidos. Sienten la propia condenación, y creen que los temas han sido elegidos adrede para tocar su caso. Se manifiestan agraviados e injuriados, y se retiran de las asambleas de los santos. Abandonan las reuniones con los demás, pues entonces su conciencia no es perturbada. Pronto pierden su interés en las reuniones y su primer amor por la verdad, y, a menos que se reformen completamente, regresarán para hacer causa común con la hueste de los rebeldes, que se halla bajo el estandarte negro de Satanás. Si ellos crucificaran los apetitos carnales que batallan contra el alma, se apartarían del paso de las flechas de la verdad, y éstas pasarían a su lado sin herirlos. Pero mientras complacen los apetitos carnales, y acarician sus ídolos, se constituyen a sí mismos en blancos para ser alcanzados por las flechas de la verdad, y si la verdad se habla a todos, ellos deben ser heridos... CRA 55.1
El uso de estimulantes artificiales es destructor para la salud y tiene una influencia embotadora sobre el cerebro, haciendo que resulte imposible apreciar las cosas eternas. Los que acarician estos ídolos no pueden valorar correctamente la salvación que Cristo ha traído para ellos por medio de una vida de abnegación, de continuo sufrimiento y vituperio, y deponiendo finalmente su propia vida impecable para salvar de la muerte al hombre que perecía.—Testimonies for the Church 1:548, 549 (1867).CRA 55.2
61. La mantequilla y la carne estimulan. Estas han perjudicado el estómago y pervertido el gusto. Los nervios sensitivos del cerebro han sido entorpecidos, y el apetito animal fortalecido a expensas de las facultades morales e intelectuales. Estas facultades superiores, que son las que deben gobernar, han estado debilitándose, de manera que las cosas eternas no han sido discernidas. Una parálisis ha entorpecido lo espiritual y devocional. Satanás ha triunfado al ver cuán fácilmente puede llegar por medio del apetito y controlar a los hombres y las mujeres de inteligencia, destinados por el Creador a hacer una obra buena y grande.—Testimonies for the Church 2:486 (1870). CRA 56.1
[Es imposible que los intemperantes valoren la expiación—119] CRA 56.2
[Los intemperantes no pueden ser susceptibles a las influencias santificadoras de la verdad—780] CRA 56.3

El efecto sobre la apreciación de la verdad

58. Necesitáis mentes claras y enérgicas para apreciar el carácter excelso de la verdad, para valorar la expiación y estimar debidamente las cosas eternas. Si seguís una conducta equivocada y erróneos hábitos de comer, y por ello debilitáis las facultades intelectuales, no estimáis la salvación y la vida eterna como para que os inspiren a conformar vuestras vidas con la de Cristo; ni haréis los esfuerzos fervorosos y abnegados para conformaros con la voluntad de Dios que su Palabra requiere, y que necesitáis para que os den la idoneidad moral que merecerá el toque final de la inmortalidad.—Joyas de los Testimonios 1:196 (1868). CRA 54.9
59. Aun cuando Ud. sea estricto en cuanto a la calidad de sus alimentos, ¿glorifica Ud. a Dios en su cuerpo y en su espíritu, que son del Señor, tomando tanta cantidad de alimentos? Los que colocan tantos alimentos en el estómago, y así cargan demasiado su naturaleza, no podrían apreciar la verdad si oyeran cómo se espacian en ella los que la presentan. No podrían despertar las sensibilidades entenebrecidas del cerebro para darse cuenta del valor de la expiación, y del gran sacrificio que se hizo por el hombre caído. Es imposible para los tales apreciar la grande y preciosa recompensa, que es rica en extremo, y que se halla en reserva para los fieles que triunfan. Nunca debe dejarse que la parte animal de nuestra naturaleza gobierne la parte moral e intelectual.—Testimonies for the Church 2:364 (1870). CRA 54.10
60. Algunos están satisfaciendo los apetitos carnales, que combaten contra el alma, y que son un obstáculo constante para su progreso espiritual. Siempre tienen una conciencia acusadora, y si se presentan verdades directas, están listos para darse por ofendidos. Sienten la propia condenación, y creen que los temas han sido elegidos adrede para tocar su caso. Se manifiestan agraviados e injuriados, y se retiran de las asambleas de los santos. Abandonan las reuniones con los demás, pues entonces su conciencia no es perturbada. Pronto pierden su interés en las reuniones y su primer amor por la verdad, y, a menos que se reformen completamente, regresarán para hacer causa común con la hueste de los rebeldes, que se halla bajo el estandarte negro de Satanás. Si ellos crucificaran los apetitos carnales que batallan contra el alma, se apartarían del paso de las flechas de la verdad, y éstas pasarían a su lado sin herirlos. Pero mientras complacen los apetitos carnales, y acarician sus ídolos, se constituyen a sí mismos en blancos para ser alcanzados por las flechas de la verdad, y si la verdad se habla a todos, ellos deben ser heridos... CRA 55.1
El uso de estimulantes artificiales es destructor para la salud y tiene una influencia embotadora sobre el cerebro, haciendo que resulte imposible apreciar las cosas eternas. Los que acarician estos ídolos no pueden valorar correctamente la salvación que Cristo ha traído para ellos por medio de una vida de abnegación, de continuo sufrimiento y vituperio, y deponiendo finalmente su propia vida impecable para salvar de la muerte al hombre que perecía.—Testimonies for the Church 1:548, 549 (1867).CRA 55.2

61. La mantequilla y la carne estimulan. Estas han perjudicado el estómago y pervertido el gusto. Los nervios sensitivos del cerebro han sido entorpecidos, y el apetito animal fortalecido a expensas de las facultades morales e intelectuales. Estas facultades superiores, que son las que deben gobernar, han estado debilitándose, de manera que las cosas eternas no han sido discernidas. Una parálisis ha entorpecido lo espiritual y devocional. Satanás ha triunfado al ver cuán fácilmente puede llegar por medio del apetito y controlar a los hombres y las mujeres de inteligencia, destinados por el Creador a hacer una obra buena y grande.—Testimonies for the Church 2:486 (1870). 

Efectos sobre el discernimiento y la decisión

62. Cualquier cosa que disminuya la fuerza física, debilita la mente y la vuelve menos capaz de discernir entre lo bueno y lo malo. Nos volvemos menos capaces de escoger lo bueno, y tenemos menos fuerza de voluntad para hacer lo que sabemos que es recto. CRA 56.4
El uso indebido de nuestras facultades físicas acorta el período de tiempo en el cual nuestras vidas pueden ser usadas para la gloria de Dios. Y ello nos incapacita para realizar la obra que Dios nos ha dado para hacer.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 326 (1900). CRA 56.5
63. Aquellos que, después de haber recibido la luz sobre el tema del comer y beber con sencillez, en obediencia a las leyes morales y físicas, todavía se apartan de la luz que les señala su deber, rehuirán cumplir con su deber en otras cosas. Evitando la cruz que tendrían que tomar a fin de estar en armonía con la ley natural, embotan la conciencia; y para esquivar el reproche, violarán los Diez Mandamientos. Algunos tienen una falta de voluntad decidida para llevar la cruz y menospreciar la vergüenza.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 159 (1890). CRA 57.1
64. Los que se acarrean enfermedad a sí mismos, por la propia complacencia, no tienen cuerpos y mentes sanos. No pueden pesar las evidencias de la verdad, y comprender los requerimientos de Dios. Nuestro Salvador no extenderá su brazo hasta una profundidad suficiente como para elevar a los tales de su estado degradado, mientras persistan en observar una conducta que los hunde aún más profundamente. CRA 57.2
Se exige que todos hagan lo que puedan para preservar cuerpos sanos y mentes sanas. Si ellos complacen un apetito grosero, y al hacerlo entorpecen sus sensibilidades, y entenebrecen sus facultades de percepción de manera que no puedan apreciar el carácter exaltado de Dios, o deleitarse en el estudio de su Palabra, pueden estar seguros de que Dios no aceptará su ofrenda indigna más rápidamente de lo que aceptó la de Caín. Dios exige que se limpien a sí mismos de toda inmundicia de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. Después que el hombre ha hecho todo lo que está de su parte para propiciar la salud, negándose a complacer el apetito y las pasiones groseras, a fin de poder poseer una mente sana y una imaginación santificada, con el propósito de poder rendir a Dios una ofrenda en justicia, es salvado sólo por un milagro de la misericordia de Dios, como lo fue el arca sobre las olas tormentosas. Noé había hecho todo lo que Dios pidió de él al confeccionar un arca segura; luego Dios realizó lo que el hombre no podía hacer, y preservó el arca por su poder milagroso.—Spiritual Gifts 4:148, 149 (1864).CRA 57.3
65. El abusarse del estómago complaciendo el apetito, constituye la fuente fructífera de la mayor parte de las pruebas de la iglesia. Los que comen y trabajan intemperada e irracionalmente, hablan y actúan irracionalmente. Un hombre intemperante no puede ser un hombre paciente. No es necesario tomar bebidas alcohólicas para ser intemperante. El pecado de comer con intemperancia, de comer muy frecuentemente, en demasiada cantidad, y alimentos ricos y malsanos, destruye la acción saludable de los órganos digestivos, afecta el cerebro y pervierte el juicio, impidiendo el funcionamiento racional, sereno y saludable del pensamiento y la acción. Y ésta es la fuente fructífera de las pruebas de la iglesia. Por lo tanto, con el propósito de que los hijos de Dios se hallen en un estado aceptable ante él, donde puedan glorificarlo en su cuerpo y en su espíritu, que son de Dios, deben negarse con interés y con celo a complacer su apetito, y deben ejercer la temperancia en todas las cosas. Pueden entonces comprender la verdad en su belleza y claridad, y pueden ponerla en práctica en su vida. Así, por medio de una conducta juiciosa, sabia y recta, no darán a los enemigos de nuestra fe ninguna ocasión para que éstos censuren la causa de la verdad.—Testimonies for the Church 1:618, 619 (1867). CRA 58.1
66. Hno. y Hna. G, despertaos, os ruego. No habéis recibido la luz de la reforma pro salud, ni habéis actuado de acuerdo con ella. Si hubierais restringido vuestro apetito, os habríais ahorrado mucho trabajo extra; y, lo que es de una consecuencia vastamente mayor, habríais preservado mejor vuestra salud física, y un grado más elevado de fortaleza intelectual para apreciar las verdades eternas; tendríais un cerebro más claro para pesar las evidencias en favor de la verdad, y estaríais mejor preparados para dar a otros razón de la esperanza que hay en vosotros.—Testimonies for the Church 2:404 (1870). CRA 58.2
67. Algunos han expresado desprecio por esta obra de reforma, y han dicho que era del todo innecesaria; ésta fue una excitación para distraer las mentes de la verdad presente. Han dicho que los asuntos eran llevados a extremos. Los tales no saben de qué hablan. Mientras hombres y mujeres que profesan piedad están enfermos desde la parte superior de la cabeza hasta la planta de los pies, mientras sus energías físicas, mentales y morales se hallan debilitadas debido a la gratificación de un apetito pervertido y al exceso de trabajo, ¿cómo pueden ellos pesar las evidencias en favor de la verdad, y comprender los requerimientos de Dios? Si sus facultades morales e intelectuales se hallan entenebrecidas, no pueden apreciar el valor de la expiación o el carácter exaltado de la obra de Dios, ni deleitarse en el estudio de su Palabra. ¿Cómo puede un dispéptico nervioso estar siempre preparado para dar respuesta, con mansedumbre y temor, a quien le pida una razón de la esperanza que hay en él? ¡Cuán pronto podría una persona tal estar confundida y agitada, y debido a una imaginación enferma ser inducida a ver las cosas con un enfoque totalmente erróneo, y por falta de la mansedumbre y tranquilidad que caracterizó la vida de Cristo, ser inducido a deshonrar su profesión mientras contiende con hombres irrazonables! Viendo las cosas desde un alto punto de vista religioso, debemos ser reformadores cuidadosos para ser semejantes a Cristo. CRA 59.1
Vi que nuestro Padre celestial nos ha otorgado la gran bendición de la luz relativa a la reforma pro salud, para que obedezcamos las exigencias divinas, y glorifiquemos a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, que son de él, y para que finalmente nos hallemos sin tacha delante del trono de nuestro Dios. Nuestra fe nos exige que elevemos la norma, y que avancemos. Aunque muchos objetan la conducta seguida por otros reformadores en pro de la salud, ellos mismos, como hombres razonables, deben hacer algo. Nuestra raza se encuentra en una condición deplorable, y sufre enfermedades de toda especie. Muchos tienen enfermedades heredadas, y sufren en gran manera a causa de los malos hábitos de sus padres; y sin embargo siguen el mismo proceder erróneo con respecto a sí mismos y a sus hijos, que fue seguido hacia ellos. Son ignorantes con respecto a sí mismos. Están enfermos y no saben que sus propios hábitos erróneos les están causando inmensos sufrimientos. CRA 59.2
Hay solamente unos pocos que hasta ahora han sido despertados lo suficientemente como para entender cuánto tienen que ver sus hábitos relativos al régimen alimenticio con su salud, su carácter, su utilidad en este mundo, y su destino eterno. Vi que es el deber de los que han recibido la luz del cielo, y han comprendido los beneficios de andar en ella, manifestar un interés mayor por los que todavía están sufriendo por carencia de conocimiento. Los observadores del sábado que están esperando el pronto regreso de su Salvador deben ser los últimos en manifestar falta de interés en esta gran obra de la reforma. Los hombres y mujeres deben ser instruidos, y los ministros y el pueblo deben sentir que descansa sobre ellos la responsabilidad de trabajar para agitar el tema, e instar a otros a aceptarlo.—Testimonies for the Church 1:487-489 (1867). CRA 60.1
68. Los hábitos físicos tienen muchísimo que ver con el éxito de todo individuo. Cuanto más cuidadoso sea Ud. en su régimen alimenticio, cuanto más sencillos y carentes de estímulo sean los alimentos que sostienen el cuerpo en su acción armoniosa, más clara será su concepción del deber. Debe haber una cuidadosa reconsideración de cada hábito y cada práctica, no sea que una condición mórbida del cuerpo arroje una nube sobre todas las cosas.—Carta 93, 1898. CRA 60.2
69. Nuestra salud física es conservada por lo que comemos; si nuestros apetitos no están bajo el control de una mente santificada, si no somos temperantes en todo lo que comemos y bebemos, no estaremos en un estado mental y físico sano para estudiar la Palabra con el propósito de aprender lo que dicen las Escrituras: ¿Qué haré para tener la vida eterna? Todo hábito malsano producirá una condición malsana en el sistema, y la delicada y viviente maquinaria humana del estómago resultará perjudicada, y no podrá realizar su trabajo debidamente. El régimen alimenticio tiene mucho que ver con la disposición a entrar en la tentación y cometer pecado.—Manuscrito 129, 1901. CRA 61.1
70. Si el Salvador de los hombres, a pesar de su fortaleza divina, necesitaba orar, ¡cuánto más debieran los débiles y pecaminosos mortales sentir la necesidad de orar con fervor y constancia! Cuando Cristo se veía más fieramente asediado por la tentación, no comía. Se entregaba a Dios, y gracias a su ferviente oración y perfecta sumisión a la voluntad de su Padre salía vencedor. Sobre todos los demás cristianos profesos, debieran los que profesan la verdad para estos últimos días imitar a su gran Ejemplo en lo que a la oración se refiere. CRA 61.2
“Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor”. Mateo 10:25. Nuestras mesas están con frecuencia cargadas de manjares malsanos e innecesarios, porque amamos esas cosas más que la abnegación, la salud y la sanidad mental. Jesús pedía fuerza a su Padre con fervor. El divino Hijo de Dios la consideraba de más valor que el sentarse ante la mesa más lujosa. Demostró que la oración es esencial para recibir fuerzas con que contender contra las potestades de las tinieblas, y hacer la obra que se nos ha encomendado. Nuestra propia fuerza es debilidad, pero la que Dios concede es poderosa, y hará más que vencedor a todo aquel que la obtenga.—Joyas de los Testimonios 1:219, 220 (1869). 

El efecto sobre la influencia y la utilidad propias

71. Qué lástima es que a menudo, cuando debe ejercerse gran restricción propia, el estómago es llenado con una masa de alimento perjudicial, que queda allí para descomponerse. La perturbación del estómago afecta el cerebro. El que come en forma imprudente no se da cuenta de que se está descalificando para dar consejos sabios, y para trazar planes para el mejor progreso de la obra de Dios. Pero esto es así. No puede discernir las cosas espirituales, y en las reuniones de consejo, cuando debe decir Sí y Amén, dice No. Hace proposiciones muy desatinadas. El alimento que ha comido ha entorpecido su capacidad cerebral. CRA 62.3
La complacencia excesiva para consigo mismo le impide al agente humano dar testimonio de la verdad. La gratitud que ofrecemos a Dios por sus bendiciones resulta grandemente afectada por los alimentos colocados en el estómago. La complacencia del apetito es causa de disensión, lucha, discordia, y muchos otros males. Se pronuncian palabras impacientes, se realizan actos de falta de bondad, se siguen prácticas deshonestas y se manifiesta pasión, y todo porque los nervios del cerebro están enfermos por el abuso cometido con el estómago.—Manuscrito 93, 1901. CRA 62.4
72. Algunos no pueden ser impresionados con la necesidad de comer y beber para la gloria de Dios. La complacencia del apetito los afecta en todas las relaciones de la vida. Esto se ve en su familia, en su iglesia, en las reuniones de oración y en la conducta de sus hijos. Ha sido la maldición de su vida. No podéis conseguir que entiendan las verdades para estos últimos días. Dios ha hecho provisión en forma abundante para el sustento y la felicidad de todas sus criaturas; y si sus leyes nunca fueran violadas, y todos actuaran en armonía con la voluntad divina, se experimentaría salud, paz y felicidad en lugar de miseria y continuo mal.—Testimonies for the Church 2:368 (1870). CRA 62.5
73. El Redentor del mundo sabía que la complacencia del apetito produciría debilidad física y embotaría de tal manera los órganos de la percepción, que no discernirían las cosas sagradas y eternas. Cristo sabía que el mundo estaba entregado a la glotonería y que esta sensualidad pervertiría las facultades morales. Si la costumbre de complacer el apetito dominaba de tal manera a la especie que, a fin de romper su poder, el divino Hijo de Dios tuvo que ayunar casi seis semanas en favor del hombre, ¡qué obra confronta el cristiano para poder vencer como Cristo venció! El poder de la tentación a complacer el apetito pervertido puede medirse únicamente por la angustia indecible de Cristo en aquel largo ayuno en el desierto. CRA 63.1
Cristo sabía que a fin de llevar a cabo con éxito el plan de salvación, debía comenzar la obra de redimir al hombre donde había comenzado la ruina. Adán cayó por satisfacer el apetito. A fin de enseñar al hombre su obligación de obedecer a la ley de Dios, Cristo empezó su obra de redención reformando los hábitos físicos del hombre. La decadencia de la virtud y la degeneración de la especie se deben principalmente a la complacencia del apetito pervertido.—Joyas de los Testimonios 1:416, 417 (1875). CRA 63.2
Responsabilidades y tentaciones especiales de los ministros
A todos, especialmente a los predicadores que enseñan la verdad, incumbe la solemne responsabilidad de vencer en lo tocante al apetito. Su utilidad sería mucho mayor si dominasen sus apetitos y pasiones; y sus facultades mentales y morales serían más vigorosas si ellos combinasen el trabajo físico con las actividades mentales. Combinando los hábitos de estricta temperancia con el trabajo mental y físico, lograrían hacer mucho más trabajo, y conservarían la claridad de la mente. Si siguiesen esta conducta, sus pensamientos y palabras fluirían más libremente, sus ejercicios religiosos serían más enérgicos y las impresiones hechas en sus oyentes serían más notables. CRA 63.3
La intemperancia en el comer, aunque se trate de alimentos de la debida calidad, tendrá una influencia agotadora sobre el organismo y embotará las emociones más sensibles y santas. CRA 64.1
74. Algunas personas traen al campamento [en los congresos] alimentos que son completamente inadecuados para tales ocasiones, tortas y pasteles concentrados, y una variedad de platos que trastorna la digestión de un hombre sano de trabajo. Por supuesto, lo mejor que pueda conseguirse no se considera demasiado bueno para el ministro. La gente manda estas cosas a la mesa de éste, y lo invita a sus propias mesas. De esta manera los ministros son tentados a comer demasiado, y alimentos que son perjudiciales. No solamente se disminuye su eficiencia en el congreso, sino que muchos se convierten en dispépticos. CRA 64.2
El ministro debe declinar esta bien intencionada pero imprudente hospitalidad, aun a riesgo de una aparente falta de cortesía. Y el pueblo debe tener un grado suficiente de verdadera bondad como para no obligarlo a una alternativa semejante. Los hermanos yerran cuando tientan al pastor con alimentos malsanos. De esta manera se han perdido talentos preciosos para la causa de Dios; y muchos, aunque viven, se ven privados de la mitad del vigor y la fuerza de sus facultades. Los ministros, por encima de todos los demás, deben ahorrar la fuerza del cerebro y de los nervios. Deben evitar todo alimento o bebida que tenga la tendencia a irritar o excitar los nervios. La excitación es seguida de depresión; la excesiva complacencia entenebrecerá la mente, y hará que los pensamientos sean difíciles y confusos. Nadie puede ser un obrero de éxito en las cosas espirituales hasta que observe una estricta temperancia en sus hábitos dietéticos. Dios no puede permitir que su Santo Espíritu descanse sobre los que, aunque saben cómo deben comer para disfrutar de salud, persisten en una práctica que debilitará la mente y el cuerpo.—Manuscrito 8, 1882.
FUENTE: Libro 'consejo sobre el régimen alimenticio' de Elena G. White (Coofundadora de la Iglesia Adventista del séptimo día)

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