La enemistad divina en el alma

Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. Génesis 3:15. Adán y Eva estuvieron como criminales delante de su Dios, esperando la sentencia que les había acarreado la transgresión. Pero antes de que oyeran de los espinos y los cardos, el dolor y la angustia que sufrirían y el polvo al cual debían volver, escucharon palabras que debían inspirarlos con esperanza. Aunque debían sufrir por el poder de su adversario, podían mirar hacia adelante a la victoria final. Dios declara, “pondré enemistad”. Esa enemistad es puesta sobrenaturalmente y no se mantiene naturalmente. Cuando pecó el hombre, su naturaleza se convirtió en mal, y estaba en armonía... con Satanás... Pero cuando Satanás oyó que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente, supo que aunque había tenido éxito en depravar la naturaleza humana y asimilarla a su propia naturaleza, sin embargo, por algún proceso misteri...