Los extremos en el régimen alimenticio - Consejo Sobre el Régimen Alimenticio por: Elena G. White
Valor de una conducta consecuente
315. Muchas de las opiniones sustentadas por los adventistas del séptimo día difieren ampliamente de las sostenidas por el mundo en general. Los que presentan una verdad impopular debieran, por sobre todos los demás, tratar de ser consecuentes en su propia vida. No deben tratar de ver cuán diferentes pueden ser de los demás, sino cuánto pueden acercarse a aquellos sobre quienes quieren influir para que puedan ayudarles a subir al puesto que ellos mismos apetecen. Una actitud tal recomendará las verdades que ellos sostienen. CRA 229.1
Los que están defendiendo una reforma en el régimen debieran, por las medidas que toman para su propia mesa, presentar las ventajas de la higiene en su luz más favorable. Debieran ejemplificar sus principios de manera que los hagan apreciar por los intelectos sinceros. CRA 229.2
Existe una clase numerosa que rechazará cualquier movimiento de reforma, por razonable que sea, si es que impone restricciones al apetito. Consultan el gusto, en vez de la razón y las leyes de la salud. Esta clase se opondrá a todos los que dejan la senda trillada del hábito y prefieren defender la reforma, y los tildará de radicales si ellos insisten en llevar tal conducta consecuente. Pero nadie debe permitir que la oposición ni el ridículo lo desvíen de la obra de reforma, ni que se la hagan considerar con ligereza. El que está dominado por el espíritu que animaba a Daniel, no será estrecho ni orgulloso, sino que será firme y decidido en favor de lo recto. En todo su trato, ya sea con los hermanos o con otros, no se desviará de los buenos principios, mientras que al mismo tiempo no dejará de manifestar paciencia noble y cristiana. Cuando los que defienden la reforma pro salud la llevan a un punto extremo, no se puede criticar a la gente si está desconforme. Muy a menudo así es como se desacredita nuestra fe religiosa, y en muchos casos a los que presenciaron tales manifestaciones de inconsecuencia en adelante no puede inducírselos a pensar en que haya algo bueno en la reforma. Estos extremistas hacen más daño en pocos meses de lo que pueden deshacer en toda una vida. Están empeñados en una obra que a Satanás le agrada ver continuar. CRA 229.3
Me han sido presentadas dos clases: la primera, constituida por los que no están viviendo de acuerdo con la luz que Dios les ha dado; en segundo lugar, los que son demasiado rígidos para llevar adelante sus ideas unilaterales de reforma, para imponerlas a los demás. Cuando asumen una posición, se aferran a ella y se llevan casi todo por delante. CRA 230.1
La primera clase adoptó la reforma porque así lo hicieron otros. No obtuvieron una clara comprensión de sus principios. Muchos de los que profesan la verdad la han recibido porque alguna otra persona la recibió, y por más que quieran no pueden dar razón alguna de su fe. Esta es la razón por la cual son tan inestables. En vez de pesar sus motivos a la luz de la eternidad, en vez de obtener un conocimiento práctico de los principios en que se basan todas sus acciones, en vez de cavar hasta el fondo y edificar para sí sobre un fundamento correcto, andan en la luz emitida por una antorcha ajena, que con seguridad se apagará. CRA 230.2
La otra clase se equivoca acerca de la reforma. Adoptan una dieta demasiado escasa. Subsisten con alimentos de mala calidad, preparados sin tener en cuenta la nutrición del organismo. Es importante que los alimentos sean preparados con cuidado, de manera que el apetito que no ha sido pervertido, lo puede apreciar. CRA 230.3
Debido a que, basados en nuestros principios, descartamos el consumo de productos que irritan el estómago y destruyen la salud, nunca se debe inculcar la idea de que tiene poca importancia lo que comemos. No recomiendo una dieta empobrecida. Muchas personas que necesitan los beneficios de la vida saludable, y que, dirigidas por su conciencia, adoptan lo que consideran que son los principios que la rigen, son engañadas al creer que una alimentación escasa, preparada con descuido y que consista principalmente en gachas y panecillos de harina, pesados y mal cocidos, es lo que se quiere llamar una dieta reformada. Algunos añaden leche y una gran cantidad de azúcar a sus gachas, pensando que están cumpliendo con la reforma pro salud. Pero el azúcar y la leche combinados tienden a causar fermentación en el estómago, y por lo tanto son perjudiciales. El uso copioso del azúcar en cualquier forma tiende a recargar el organismo y con frecuencia es una causa de enfermedad. Algunos piensan que deben consumir tan sólo alimentos en cierta cantidad y de una calidad determinada, de modo que se limitan a dos o tres clases de productos alimenticios. Pero al comer una cantidad demasiado pequeña, que no sea de la mejor calidad, no reciben suficiente nutrición... CRA 231.1
Las ideas estrechas y el recalcar los puntos insignificantes, han infligido grave daño a la causa de la higiene. Puede ser que se procure tanto la economía en la preparación de los alimentos que, en vez de un régimen sano, se tenga un régimen empobrecido. ¿Cuál es el resultado?—La pobreza de la sangre. He visto varios casos de enfermedad muy difíciles de curar, que se debían a una dieta empobrecida. Las personas así afligidas no estaban obligadas a adoptar por pobreza un menú mezquino, sino que lo hacían para seguir sus propias ideas erróneas acerca de lo que constituye la reforma pro salud. Día por día, comida tras comida, los mismos artículos de alimentación eran preparados sin variación, hasta que como resultado se producían la dispepsia y la debilidad general.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 55; Counsels on Health, 153-155 (1890). CRA 231.2
Ideas erróneas acerca de la reforma
316. No todos los que aseveran creer en la reforma alimenticia son realmente reformadores. Para muchos la reforma consiste meramente en descartar ciertos manjares malsanos. No entienden bien los principios fundamentales de la salud, y sus mesas, aun cargadas de golosinas nocivas, distan mucho de ser ejemplos de templanza y moderación cristianas. CRA 232.1
Otra categoría de personas, en su deseo de dar buen ejemplo, cae en el extremo opuesto. Algunos no pueden proporcionarse los manjares más apetecibles, y en vez de hacer uso de las cosas que mejor podrían suplir la falta de aquéllos, se imponen una alimentación deficiente. Lo que comen no les suministra los elementos necesarios para obtener buena sangre. Su salud se resiente, su utilidad se menoscaba, y con su ejemplo desprestigian la reforma alimenticia, en vez de favorecerla. CRA 232.2
Otros piensan que por el hecho de que la salud exige una alimentación sencilla no es necesario preocuparse por la elección o preparación de los alimentos. Algunos se sujetan a un régimen alimenticio escaso, que no ofrece una variedad suficiente para suplir lo que necesita el organismo, y sufren las consecuencias.—El Ministerio de Curación, 245, 246 (1905). CRA 232.3
La imposición de puntos de vista personales
Los que sólo tienen un conocimiento incompleto de los principios de la reforma son muchas veces los más intransigentes, no sólo al practicar sus opiniones, sino que insisten en imponerlas a sus familias y vecinos. El efecto de sus malentendidas reformas, tal como se lo nota en su propia mala salud, y los esfuerzos que hacen para obligar a los demás a aceptar sus puntos de vista, dan a muchos una idea falsa de lo que es la reforma alimenticia, y los inducen a desecharla por completo. CRA 232.4
Los que entienden debidamente las leyes de la salud y que se dejan dirigir por los buenos principios evitan los extremos, y no incurren en la licencia ni en la restricción. Escogen su alimento no meramente para agradar al paladar, sino para reconstituir el cuerpo. Procuran conservar todas sus facultades en la mejor condición posible para prestar el mayor servicio a Dios y a los hombres. Saben someter su apetito a la razón y la conciencia, y son recompensados con la salud del cuerpo y de la mente. Aunque no imponen sus opiniones a los demás ni los ofenden, su ejemplo es un testimonio en favor de los principios correctos. Estas personas ejercen una extensa influencia para el bien. CRA 233.1
En la reforma alimenticia hay verdadero sentido común. El asunto debe ser estudiado con amplitud y profundidad, y nadie debe criticar a los demás porque sus prácticas no armonicen del todo con las propias. Es imposible prescribir una regla invariable para regular los hábitos de cada cual, y nadie debe erigirse en juez de los demás. No todos pueden comer lo mismo. Ciertos alimentos que son apetitosos y saludables para una persona, bien pueden ser desabridos y aun nocivos para otra. Algunos no pueden tomar leche, mientras que a otros les asienta bien. Algunos no pueden digerir guisantes ni judías;* otros los encuentran saludables. Para algunos las preparaciones de cereales poco refinados son un buen alimento, mientras que otros no los pueden comer.
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