Alimentos especialmente perjudiciales para los niños - Consejo Sobre el Régimen Alimenticio por: Elena G. White

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Es imposible para los que dan rienda suelta al apetito que obtengan la perfección cristiana. Las sensibilidades morales de sus hijos no pueden ser despertadas fácilmente, a menos que tengan cuidado en la elección de su alimento. Muchas madres tienden la mesa de tal manera que es una trampa para la familia. La carne, la mantequilla, el queso, los pasteles suculentos, el alimento condimentado son consumidos tanto por los mayores como por los jóvenes. Estas cosas cumplen su obra al trastornar el estómago, excitando los nervios y debilitando el intelecto. Los órganos que elaboran la sangre no la pueden convertir en buena sangre. Se hace difícil la digestión del alimento cocinado con grasa. El efecto del queso es pernicioso. La harina refinada no ofrece al organismo la nutrición que se obtiene del pan integral. Su uso común no favorecerá al organismo ni lo mantendrá en la mejor condición. Al principio las especias irritan las membranas delicadas del estómago, pero finalmente destruyen su sensibilidad. La sangre se afiebra, se despiertan las propensiones animales, y a la vez se debilitan las facultades morales e intelectuales, y el individuo se vuelve siervo de las pasiones más bajas. La madre debe estudiar para presentar en la mesa una dieta sencilla y a la vez nutritiva.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 46, 47Counsels on Health, 114 (1890). 


La supresión de las tendencias al mal

357. ¿Se darán cuenta las madres de esta época de lo sagrado de su misión, no para tratar de estar a la par con sus vecinos ricos, sino para tratar de superarlos en el fiel cumplimiento de instruir a sus hijos para una vida mejor? Si a los niños y a los jóvenes se les enseñaran hábitos de abnegación y dominio propio, si se les enseñase a comer para vivir y no a vivir para comer, habría menos enfermedad y menos corrupción. Habría menos necesidad de realizar cruzadas en favor de la temperancia, que al fin significan poca cosa, si en la juventud, que modela a la sociedad, se implantaran los principios de la temperancia. Tendrían entonces fuerza moral e integridad para resistir, con el poder de Jesús, la corrupción de los últimos días... Los padres pueden haber transmitido a sus hijos tendencias al apetito y las pasiones, lo cual hará más difícil la obra de educar y preparar a esos niños para que sean verdaderamente temperantes y tengan hábitos puros y virtuosos. Si se les ha transmitido por medio de los padres, como legado, el deseo de alimentos malsanos, estimulantes y narcóticos, ¡qué solemne responsabilidad descansa sobre tales padres de contrarrestar las malas tendencias que han legado a sus hijos! ¡Con cuánta diligencia y sinceridad debieran los padres hacer su deber, con fe y esperanza, hacia sus hijos desventurados! CRA 278.1
Los padres debieran considerar como su primera obligación la comprensión de las leyes de la vida y de la salud, para que nada sea hecho por ellos, en la preparación de los alimentos, o mediante cualquier hábito, que desarrolle malas tendencias en sus niños. Cuán cuidadosas deben mostrarse las madres al preparar sus mesas con alimentos sencillos y sanos, a fin de que los órganos de la digestión no sean debilitados, las fuerzas nerviosas del organismo desequilibradas, y contrarrestadas las enseñanzas que debieran recibir, por el alimento ofrecido. Este alimento fortalece o debilita los órganos del estómago y tiene mucho que ver en el control de la salud física y moral de los niños, que son propiedad de Dios comprados con su sangre. Se ha encomendado a los padres una comisión sagrada, la de guardar la constitución física y moral de sus hijos, para que el sistema nervioso quede bien equilibrado y no esté en peligro su alma. Los que miman el apetito de sus hijos, y no controlan sus pasiones, verán la terrible equivocación que han cometido, en la formación de esclavos adictos al tabaco y al alcohol, cuyos sentidos están entumecidos y de cuyos labios salen mentiras y profanidades.—Testimonies for the Church 3:567, 568 (1875). 

La cruel bondad de la complacencia

358. Se me mostró que una de las causas principales de la situación deplorable que impera en la actualidad es que los padres no sienten su obligación de criar a sus hijos de acuerdo con la ley natural. Las madres aman a sus hijos con un amor idólatra y miman su apetito sabiendo que éste dañará su salud y como resultado les traerá enfermedad y desdicha. Esa bondad cruel en gran parte se manifiesta en esta generación. Los deseos de los niños son satisfechos a costa de la salud y de una feliz disposición, porque es más fácil para la madre satisfacerlos momentáneamente que negarles lo que piden. CRA 279.2
Así las madres están sembrando la semilla que crecerá y dará fruto. A los niños no se les enseña a negarse los gustos ni a restringir sus deseos. Se vuelven egoístas, exigentes, desobedientes, desagradecidos e impíos. Las madres que hacen esto cosecharán con amargura el fruto de la semilla que han sembrado. Han pecado contra el cielo y contra sus hijos, y Dios las tendrá por responsables.—Testimonies for the Church 3:141 (1873). CRA 280.1
359. Cuando padres e hijos se encuentren en el juicio final, ¡qué escena presenciarán! Miles de niños que han sido esclavos de su apetito y de vicios degradantes, cuyas vidas son naufragios morales, se encararán frente a frente con los padres que los hicieron lo que son. ¿Quiénes, sino los padres, deben llevar esta responsabilidad? ¿Es el Señor el culpable de la corrupción de estos jóvenes? ¡No! ¿Quién, por lo tanto, ha hecho esta obra espantosa? ¿No fueron los pecados de los padres transmitidos a los niños en apetitos pervertidos? y ¿no fue terminada la obra por aquellos que descuidaron la enseñanza según el modelo que Dios ha dado? Tan seguramente como que existen, estos padres tendrán que pasar en revista delante de Dios.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 76, 77 (1890). CRA 280.2

Observaciones de viaje

360. Mientras viajaba, oí a padres hacer la observación de que el apetito de sus hijos era sumamente delicado y a menos que se les diera carne y pasteles, no podían comer. Cuando llegó la hora del almuerzo, observé la calidad de comida que se les servía: pan de trigo, tajadas de jamón cubiertas de pimienta negra, encurtidos, torta y mermeladas. La tez pálida y demacrada de estos niños indicaba claramente que el estómago sufría por estos abusos. Dos de estos niños notaron que una familia vecina ingería queso con la comida y perdieron el apetito por lo que se les ofrecía, hasta que su madre complaciente pidió un pedazo de queso para darlo a sus hijos, pues temía que sus queridos niños no terminaran la comida. La madre hizo esta observación: “A mis hijos les gusta tanto esto o aquello, que les permito obtener lo que quieran; porque el organismo pide el alimento que necesita”. CRA 280.3
Esto podría ser correcto si el apetito nunca hubiese sido pervertido. Hay un apetito natural y un apetito depravado. Los padres que han enseñado a sus hijos a ingerir alimento malsano y estimulante toda su vida, hasta que el gusto se ha pervertido, de modo que ansían comer arcilla, lápices de pizarra, café quemado, residuos de té, canela, clavos de olor y especias, no pueden pretender que las exigencias del apetito son lo que el organismo requiere. El apetito ha sido educado torcidamente hasta que se ha depravado. Los delicados órganos del estómago han sido estimulados y quemados hasta que han perdido su delicada sensibilidad. El alimento sencillo y saludable les resulta insípido. El estómago sometido a abusos no puede cumplir el trabajo que se requiere, a menos que lo inciten a ello sustancias más fuertes. Si a estos niños se les hubiese enseñado desde su infancia a ingerir solamente los alimentos sanos, preparados de la manera más sencilla, conservando sus propiedades naturales en todo lo posible, evitando las carnes, grasas y todas las especias, el gusto y el apetito no serían menoscabados. En su estado natural, ellos podrían indicar, en un grado importante, la comida mejor adaptada a las necesidades del organismo. CRA 281.1
Mientras los padres y los hijos consumían sus manjares delicados, mi esposo y yo misma ingerimos nuestra sencilla merienda a la hora acostumbrada, a la 1 PM, la que consistía en pan de trigo sin mantequilla y una abundante cantidad de fruta. Comimos nuestra merienda con gusto y con corazones agradecidos porque no estábamos obligados a llevar con nosotros todo un cargamento de provisiones para satisfacer un apetito caprichoso. Comimos abundantemente y no sentimos hambre hasta la mañana siguiente. El vendedor de naranjas, nueces, maíz tostado y caramelos hizo muy poco negocio con nosotros. CRA 282.1
La calidad de alimento ingerida por los padres y los hijos no se convertía en buena sangre y temperamentos agradables. Los niños eran pálidos. Algunos tenían llagas feas en la cara y las manos. Otros, con llagas en los ojos, estaban casi ciegos, lo cual echaba a perder la belleza de la cara. Había otros que no presentaban llagas en la piel, pero sufrían de tos, catarro y otras dificultades de la garganta y los pulmones. Vi a un niño de tres años de edad que sufría de diarrea. Tenía fiebre alta, pero parecía creer que todo lo que necesitaba era comida. Pedía, cada pocos minutos, que se le diera torta, pollo y encurtidos. La madre respondía como una esclava obediente a cada pedido del niño; y cuando la comida pedida no llegaba tan rápidamente como se la esperaba, y los gritos y llamadas se volvían desagradablemente urgentes, la madre contestaba: “Sí, sí, querido, te lo vamos a dar”. Después que la comida llegaba a sus manos la arrojaba al suelo con enojo, porque tardó en llegar. Una niñita comía de su porción de jamón hervido, pepinos en vinagre con pan y mantequilla, cuando descubrió el plato del cual yo comía. Allí había algo que ella no tenía, y se negó a comer. La niña de seis años de edad dijo que quería un plato. Pensé que lo que ella deseaba era la linda manzana colorada que yo estaba comiendo; y a pesar de que teníamos una porción limitada, sentí tanta lástima por los padres, que le dí una linda manzana. Me la arrebató de la mano y con desdén la arrojó al piso del vagón. Pensé: Si esta niña puede salir con la suya, avergonzará ciertamente a su madre. CRA 282.2
Esta manifestación de enojo era el resultado de la indulgencia de la madre. La calidad de alimento que proveía a su hija ejercía un desgaste continuo sobre los órganos de la digestión. La sangre era impura y la niña, enfermiza, era irritable. La calidad del alimento que se le daba cada día era de una naturaleza tal que excitaba las pasiones bajas y deprimía la parte moral e intelectual. Los padres estaban formando el carácter de su hija. La estaban desarrollando egoísta y carente de amor. No reprimían sus deseos ni controlaban sus pasiones. ¿Qué se puede esperar de una criatura tal, si es que llega a la edad adulta? Muchos no comprenden la relación que hay entre la mente y el cuerpo. Si el organismo está trastornado por los alimentos impropios, el cerebro y los nervios son afectados y las pasiones se excitan con facilidad.CRA 283.1
Una niña de unos diez años de edad estaba afectada de escalofríos y fiebre, y no quería comer. La madre le rogaba: “Come un poco de este bizcochuelo. Aquí tienes una linda presa de pollo. ¿No quieres probar estas mermeladas?” Finalmente la niña comió lo equivalente a lo que habría comido una persona sana. Los alimentos que se le impuso con insistencia no convenían a un estómago sano, y de ninguna manera debieran ingerirse estando enfermo. Más o menos dos horas más tarde, la madre estaba refrescando la cabeza de la niña preguntándose por qué la niña tenía una fiebre tan elevada. Había añadido combustible al fuego y se sorprendía de que el fuego ardiese. Si se hubiese permitido que la naturaleza siguiera su curso en la niña, y su estómago tomase el descanso que tanto necesitaba, sus sufrimientos habrían sido mucho menores. Estas madres no estaban preparadas para criar hijos. La mayor causa del sufrimiento humano se debe a la ignorancia con respecto a cómo cuidar de nuestro cuerpo. CRA 283.2
Muchos se preguntan: ¿Qué comeré y cómo viviré, para disfrutar del momento actual? Los deberes y los principios son puestos a un lado en favor de los placeres. Si queremos tener salud debemos vivir para obtenerla. Si queremos desarrollar un carácter cristiano perfecto, debemos vivir para obtenerlo. En gran medida los padres son responsables de la salud física y moral de sus hijos. Debieran instruir a sus hijos e instarlos a que sigan las leyes de la salud para su propio bien, y para ahorrarse la desgracia y el sufrimiento. ¡Cuán extraño es que las madres permitan a sus niños que sufran la ruina de su salud física, mental y moral! ¿Cómo se entiende tal ternura? Estas madres inutilizan a sus hijos para que tengan felicidad en esta vida, y hacen muy insegura la perspectiva para una vida futura.—The Health Reformer, diciembre de 1870. CRA 284.1

La causa de la irritabilidad y la nerviosidad

361. La regularidad debiera ser la regla en todos los hábitos de los niños. Las madres cometen un grave error al permitir a sus hijos que coman entre horas. El estómago se perturba por esta costumbre, y se echan los cimientos para futuros sufrimientos. Su inquietud puede haber sido motivada por alimentos malsanos que no fueron digeridos; pero la madre considera que no puede perder tiempo para razonar sobre el asunto, y corregir su proceder pernicioso. Ni tampoco puede detenerse para calmar sus congojas impacientes. Ella les da a los enfermitos un trozo de torta u otras golosinas para calmarlos, pero esto simplemente aumenta el mal. Algunas madres, en su afán de trabajar, son dominadas por el apresuramiento nervioso, volviéndose más irritables que los niños, y tratan, por medio de reprensiones y hasta golpes, de atemorizar a los niños para que se estén quietos. CRA 284.2
Con frecuencia las madres se quejan de la condición delicada de sus hijos, y consultan al médico, cuando, si sólo quisieran usar un poco de sentido común, verían que las dificultades son causadas por equivocaciones cometidas en el régimen alimenticio. CRA 285.1
Estamos viviendo en una época de glotonería, y los hábitos que los niños están adquiriendo, aun en el caso de muchos adventistas del séptimo día, están en oposición directa con las leyes de la naturaleza. Me encontré sentada cierta vez a la mesa con varios niños de menos de doce años de edad. Se les sirvió una abundante porción de carne, y de pronto una niña delicada y nerviosa pidió pepinos en vinagre. Un frasco de salsa que contenía mostaza y fuertes especias le fue dado del cual se sirvió abundantemente. La niña era conocida por su temperamento nervioso e irritable y estos condimentos picantes se prestaban para producir este estado de cosas. El hijo mayor creía que no podía comer una sola comida si no había carne y se manifestaba muy disgustado, y llegaba hasta la falta de respeto si no se le servía. La madre lo había mimado en sus gustos hasta el punto de haber llegado a ser una esclava de sus caprichos. No le habían enseñado a trabajar y pasaba su tiempo leyendo cosas inútiles o peores que inútiles. Se quejaba casi constantemente de dolor de cabeza y no le agradaban los alimentos sencillos. CRA 285.2
Los padres deben mantener ocupados a sus hijos. La peor fuente del mal es la indolencia. El trabajo físico que trae cansancio saludable a los músculos, despertará el apetito por el alimento sencillo y sano, y el joven que está debidamente empleado no se levantará de la mesa protestando porque no hay delante de él un plato con carne y otras golosinas para tentar su apetito. CRA 285.3
Jesús, el Hijo de Dios, al trabajar con sus manos como carpintero, dejó un ejemplo para toda la juventud. Que aquellos que tienen a menos asumir los deberes comunes de la vida recuerden que Jesús se sujetó a sus padres, y contribuyó con su parte al sostenimiento de la familia. Pocos lujos se veían en la mesa de José y María, porque se contaban entre los pobres y humildes.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 6, 62 (1890)Fundamentals of Christian Education, 150, 151. 

La relación del régimen con el desarrollo moral

362. El poder de Satanás sobre la juventud de esta época es terrible. A menos que las mentes de nuestros hijos estén firmemente equilibradas por los principios religiosos, su moralidad será corrompida por el ejemplo vicioso con el cual entran en contacto. El peligro mayor de los jóvenes estriba en la falta de sujeción. Los padres indulgentes no enseñan a sus hijos el dominio de sí mismos. El alimento que colocan delante de ellos es de tal calidad que irrita el estómago. La excitación producida se comunica al cerebro y como resultado las pasiones se despiertan. Nunca se repetirá suficientemente que cualquier cosa que el estómago ingiere no sólo afecta el cuerpo sino también la mente. Los alimentos toscos y estimulantes afiebran la sangre, excitan el sistema nervioso y con demasiada frecuencia embotan la sensibilidad moral, de modo que la razón y la conciencia son vencidas por los impulsos sensuales. Es difícil y a veces imposible para una persona intemperante en la comida, mantenerse paciente y serena. De ahí la importancia especial de permitir a los niños, cuyos caracteres no están todavía formados, que ingieran solamente alimento sano y sencillo. Fue con amor como nuestro Padre celestial mandó la luz de la reforma pro salud para guardarnos contra el mal que proviene de un apetito desenfrenado. CRA 286.1
“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. 1 Corintios 10:31. ¿Es esto lo que hacen los padres cuando preparan la comida para la mesa y llaman a la familia para compartirla? ¿Ponen delante de sus hijos los alimentos que ellos saben que les proporcionarán la mejor calidad de sangre, que mantendrán el organismo sin fiebre y lo pondrán en la mejor relación con la salud y la vida, o, sin tener en cuenta el futuro bienestar de sus niños, les proporcionan alimento malsano, estimulante e irritable?—Christian Temperance and Bible Hygiene, 134 (1890). CRA 286.2
363. Pero aun los reformadores de la salud pueden equivocarse en cuanto a la cantidad de alimento. Pueden comer desmedidamente de un alimento bueno. Algunos en esta casa se equivocan en la calidad. Nunca se han decidido acerca de la reforma pro salud. Han elegido comer y beber lo que les agrada y cuando les agrada. Su organismo se está perjudicando al seguir este método. No sólo esto, sino que están perjudicando a sus familias al colocar sobre la mesa alimentos excitantes, que fortalecerán las pasiones animales de sus hijos, y los harán indiferentes a las cosas celestiales. Los padres están así fortaleciendo las pasiones animales y disminuyendo las fuerzas espirituales de sus hijos. ¡Qué penalidad costosa tendrán que pagar al final! ¡Y se sorprenden de que sus hijos sean tan débiles moralmente!—Testimonies for the Church 2:365 (1870). CRA 287.1

La corrupción entre los niños

364. Vivimos en una era corrupta. Es un tiempo en que Satanás parece tener el control absoluto sobre las mentes que no están completamente consagradas a Dios. Por lo tanto hay una gran responsabilidad que descansa sobre los padres y guardianes que tienen niños que criar. Los padres han tomado sobre sí la responsabilidad de traer al mundo estos hijos; y ahora ¿en qué consiste su deber? ¿Consiste en dejarlos que se críen como quieren y a su voluntad? Permitidme deciros, una responsabilidad grande descansa sobre estos padres... CRA 287.2
He dicho que algunos de Uds. son egoístas. No habéis comprendido lo que yo quería decir. Os habéis preocupado por los manjares de mejor sabor. El gusto y el placer han tenido la preferencia, en vez de la gloria de Dios y el deseo de progresar en la vida divina, y alcanzar la santidad en el temor de Dios. Habéis consultado vuestros propios placeres, vuestro propio apetito; y mientras lo hacíais, Satanás ha ganado terreno con respecto a vosotros, y como sucede generalmente, ha frustrado vuestros esfuerzos cada vez. CRA 288.1
Algunos de vosotros habéis llevado a vuestros hijos al médico para saber qué les pasaba. Os podría haber dicho en dos minutos cuál era la dificultad. Vuestros hijos están corrompidos. Satanás ha obtenido el control de ellos. El se os ha adelantado, mientras que vosotros que sois como Dios para ellos, para cuidarlos, estabais descuidados, estupefactos y durmiendo. Dios os ha ordenado que los criéis y los enseñéis en el temor del Señor. Pero Satanás ha ganado la delantera y los ha rodeado de ligaduras. Y sin embargo seguís durmiendo. Que el Señor se compadezca de vosotros y vuestros hijos, porque cada uno de vosotros necesita la compasión de él.—Testimonies for the Church 2:359-362 (1870). CRA 288.2
Las cosas podrían haber sido diferentes
Si os hubieseis puesto de parte de la reforma pro salud; si hubieseis añadido a vuestra fe virtud, a la virtud conocimiento, y al conocimiento temperancia, las cosas podrían haber sido diferentes. Pero habéis sido parcialmente despertados por la iniquidad y la corrupción que existe en vuestras casas... CRA 288.3
Debierais estar enseñando a vuestros hijos. Debierais estar enseñándoles cómo evitar los vicios y la corrupción de esta época. En lugar de esto, muchos hacen ensayos para descubrir algo bueno para comer. Colocáis sobre vuestras mesas mantequilla, huevos y carne, y vuestros hijos participan de esto. Se los alimenta precisamente con lo que excitará las pasiones animales, y entonces venís a la reunión y pedís a Dios que bendiga y salve a vuestros hijos. ¿Hasta qué altura llegan vuestras oraciones? Tenéis una obra que hacer primero. Cuando hayáis hecho para vuestros hijos todo lo que el Señor os ha encargado, entonces podéis confiadamente solicitar la ayuda que Dios ha prometido daros. CRA 288.4
Debierais estudiar la templanza en todo. Debéis estudiarla con relación a lo que coméis y lo que bebéis. Y sin embargo decís: “A nadie le importa lo que como o lo que bebo o lo que sirvo sobre mi mesa”. Es algo que importa a alguien, a menos que encerréis a vuestros hijos, o vayáis al desierto donde no molestaréis a nadie, y donde vuestros niños rebeldes y viciosos no corromperán la sociedad con la cual tratan. 

Enseñad a los niños cómo hacer frente a la tentación

365. Vigilad vuestro apetito; enseñad a vuestros hijos por el ejemplo y por precepto a adoptar una alimentación sencilla. Enseñadles a que sean laboriosos, no simplemente atareados, sino ocupados en trabajo útil. Procurad despertar su sensibilidad moral. Enseñadles que Dios tiene ciertos derechos sobre ellos, desde los primeros días de su niñez. Decidles que hay corrupciones morales a las cuales hay que hacer frente por todos lados; que necesitan ir a Jesús y entregarse a él de cuerpo y alma, y que en él obtendrán fuerza para resistir toda tentación. Hacedles recordar que no fueron creados simplemente para satisfacerse a sí mismos, sino que son los agentes del Señor para propósitos nobles. Enseñadles, cuando son tentados en los caminos de la indulgencia egoísta, cuando Satanás procura apartar a Dios de su vista, a que miren a Jesús, rogándole: “Sálvame, Señor, para que no sea vencido”. Los ángeles se les acercarán en contestación a su oración, y los conducirán por caminos seguros. CRA 289.2
Cristo rogó por sus discípulos, no que fuesen quitados del mundo, sino que fuesen guardados del mal, a fin de que no cayesen en las tentaciones que afrontan por todos lados. Esta es una plegaria que debiera elevar cada padre y cada madre. Pero, ¿deben rogar a Dios en favor de sus hijos, y luego dejarlos que hagan lo que quieran? ¿Deben mimar el apetito hasta que llega a dominarlos, y luego pretender dominar a los hijos? No; la temperancia y el dominio propio debieran ser enseñados desde la cuna. Debe descansar sobre la madre mayormente la responsabilidad de esta obra. El vínculo terrenal más tierno es el que existe entre la madre y su hijo. El niño es más fácilmente impresionado por la vida y el ejemplo de la madre que por la del padre, por este vínculo de unión más fuerte y tierno. Sin embargo, la responsabilidad de la madre es pesada y debe recibir la ayuda constante del padre.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 63, 64Fundamentals of Christian Education, 152, 153 (1890).CRA 290.1
366. Os conviene, madres, que empleéis las horas preciosas que Dios os concede en formar el carácter de vuestros hijos, enseñándoles a adherirse estrictamente a los principios de la temperancia en el comer y el beber... CRA 290.2
Satanás se da cuenta de que no tiene tanto poder sobre la mente cuando se mantiene el apetito dominado como cuando se lo satisface; y él está constantemente obrando para impulsar a los hombres al apetito. Bajo la influencia de alimentos malsanos, la conciencia se vuelve insensible, la mente se oscurece, y su susceptibilidad a las impresiones se menoscaba. Pero la culpa del transgresor no disminuye porque la conciencia ha sido violada hasta que se ha vuelto insensible.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 79, 80Fundamentals of Christian Education, 143 (1890). CRA 290.3
367. Padres y madres, orad y velad. Guardaos mucho de la intemperancia en cualquiera de sus formas. Enseñad a vuestros hijos los principios de una verdadera reforma pro salud. Enseñadles lo que deben evitar para conservar la salud. La ira de Dios ha comenzado ya a caer sobre los rebeldes. ¡Cuántos crímenes, cuántos pecados y prácticas inicuas se manifiestan por todas partes! Como denominación, debemos preservar con cuidado a nuestros hijos de toda compañía depravada.—Joyas de los Testimonios 3:360, 361 (1909). CRA 290.4
[El hogar en el campo y su relación con el régimen y la moral—711] CRA 291.1

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