El cerdo es especialmente condenado - Consejo Sobre el Régimen Alimenticio por: Elena G. White
Dios
os ha dado luz y conocimiento, que según habéis profesado creéis que
provienen directamente de él. Esa luz os enseña a negaros a satisfacer
el apetito. Sabéis que el uso de carne de cerdo es contrario al expreso
mandato del Señor, no porque él deseara manifestar especialmente su
autoridad, sino porque esa carne sería dañina para los que la
consumieran. Su empleo haría que la sangre fuera impura, de manera que
la escrófula y otros humores corrompieran el sistema, y todo el
organismo sufriera. Especialmente los finos y delicados nervios del
cerebro se debilitan y su función se entorpece de tal manera que las
cosas sagradas no se disciernen, sino que se colocan en un plano
inferior con las cosas comunes.—Testimonies for the Church 2:96 (1868).
694.
En los tejidos del cerdo hormiguean los parásitos. Del cerdo dijo Dios:
“Os será inmundo. De la carne de éstos no comeréis, ni tocaréis sus
cuerpos muertos”. Deuteronomio 14:8.
Este mandato fue dado porque la carne del cerdo es impropia para servir
de alimento. Los cerdos se alimentan de desperdicios, y sólo sirven
para este fin. Nunca, en circunstancia alguna, debería ser consumida su
carne por los seres humanos.—El Ministerio de Curación, 241, 242 (1905).
695.
El cerdo, aunque constituye uno de los artículos más comunes del
régimen alimenticio, es uno de los más perjudiciales. Dios no prohibió
que los hebreos comiesen carne de cerdo únicamente para mostrar su
autoridad, sino porque no era un alimento adecuado para el hombre.
Llenaba el organismo con escrófula, y especialmente en ese clima cálido
producía lepra y diversas clases de enfermedades. La influencia sobre el
organismo en ese clima era mucho más perjudicial que en un clima más
frío. Pero Dios nunca se propuso que se consumiese cerdo en
circunstancia alguna. Los paganos consumían el cerdo como alimento, y el
pueblo norteamericano ha utilizado abundantemente el cerdo como un
importante artículo de alimentación. La carne de cerdo no sería
agradable al paladar en su estado natural. De modo que se la torna
apetecible condimentándola abundantemente, lo que hace que una cosa mala
se torne peor. La carne de cerdo, por encima de todas las demás carnes,
pone la sangre en mal estado. Los que consumen carne de cerdo en
abundancia no pueden evitar estar enfermos. Los que hacen mucho
ejercicio al aire libre no se dan cuenta de los efectos perjudiciales de
la carne de cerdo como los que viven en los edificios, y cuyos hábitos
son sedentarios y su trabajo es mental.
Pero
el consumo de carne de cerdo no daña únicamente la salud física. La
mente es afectada y la delicada sensibilidad queda embotada por el uso
de este tosco alimento. Es imposible que la carne de ninguna criatura
viviente esté sana cuando la inmundicia constituye su ambiente natural, y
cuando se alimenta de toda clase de cosas detestables. La carne de
cerdo se compone de lo que éste come. Si los seres humanos ingieren su
carne, su sangre y su carne quedarán corrompidas por las impurezas que
recibirán a través del cerdo.
El
consumo de carne de cerdo ha producido escrófula, lepra y humores
cancerosos. El consumo de carne de cerdo continúa causando el
sufrimiento más intenso a la humanidad. [How to Live, 58.]—Mensajes Selectos 2:481, 482 (1865).
[La actitud de Daniel hacia la carne de cerdo—34]
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