La reforma pro salud y la oración por el enfermo - Consejo Sobre el Régimen Alimenticio por: Elena G. White
Para obtener y conservar la pureza, los adventistas del séptimo día deben tener el Espíritu Santo en sus corazones y en sus familias. El Señor me ha mostrado que cuando el Israel de hoy se humille delante de él y quite toda inmundicia del templo de su alma, Dios escuchará sus oraciones en favor de los enfermos y dará eficacia a los remedios empleados contra la enfermedad. Cuando el agente humano haga con fe cuanto pueda para combatir la enfermedad por los sencillos métodos de tratamiento que Dios indicó, el Señor bendecirá estos esfuerzos. Si después de habérsele dado tanta luz, el pueblo de Dios continúa fomentando sus malas costumbres y sigue complaciendo sus apetitos en oposición a la reforma, sufrirá las consecuencias inevitables de la transgresión. Dios no salvará milagrosamente de las consecuencias de sus faltas a aquellos que están resueltos a satisfacer a toda costa su apetito pervertido. Les advirtió: “En dolor seréis sepultados”. Isaías 50:11 Los presuntuosos que dicen: “El Señor me ha sanado; no tengo necesidad de restringir mi alimentación; puedo comer y beber según me plazca”, necesitarán muy pronto, en su cuerpo y en su alma, el poder sanador de Dios. El hecho de que el Señor os haya curado misericordiosamente no es una razón para pensar que podéis seguir las prácticas del mundo. Obedeced a la orden que Cristo daba después de sus curaciones: “Vete, y no peques más”. Juan 8:11. El apetito no debe ser vuestro dios.—Joyas de los Testimonios 3:364 (1909).
Vi
que la razón por la cual Dios no escuchó más plenamente las oraciones
de sus siervos en favor de los enfermos que hay entre nosotros, es que
él no podía ser glorificado al hacer tal cosa mientras estuviéramos
violando las leyes de la salud. También vi que él ha dispuesto que la
reforma pro salud y el Instituto de Salud prepararan el camino para que
la oración de fe fuera plenamente contestada. La fe y las buenas obras
deben ir mano a mano para aliviar a los afligidos que se hallan entre
nosotros, a fin de hacerlos idóneos para glorificar a Dios aquí y
salvarlos a la venida de Cristo.Muchos
han esperado que Dios los preservara de la enfermedad meramente porque
le pidieron que lo hiciera. Pero Dios no escuchó sus oraciones, porque
su fe no se perfeccionó por medio de las obras. Dios no obrará un
milagro para preservar de la enfermedad a aquellos que no se cuidan a sí
mismos, sino que están continuamente violando las leyes de la salud, y
que no hacen ningún esfuerzo para prevenir la enfermedad. Cuando hacemos
todo lo que está de nuestra parte para tener salud, entonces podemos
esperar que sigan benditos resultados, y podemos pedir a Dios con fe que
bendiga nuestros esfuerzos para la preservación de la salud. El
entonces contestará nuestra oración, si su nombre puede ser glorificado
por ello. Pero entiendan todos que tienen una obra que hacer. Dios no
obrará de una manera milagrosa para preservar la salud de personas que
están siguiendo una conducta que los lleva con seguridad a la
enfermedad, por su descuido y falta de atención de las leyes de la
salud.
Los
que gratifiquen su apetito, y entonces sufran por su intemperancia, y
tomen drogas para aliviarse, pueden estar seguros de que Dios no
intervendrá para salvar la salud y la vida que se puso en peligro en
forma tan temeraria. La causa ha producido su efecto. Muchos, como
último recurso, siguen la instrucción de la Palabra de Dios, y solicitan
las oraciones de los ancianos de la iglesia para la restauración de su
salud. Dios no ve conveniente contestar oraciones ofrecidas en favor de
tales personas, porque él sabe que si su salud fuera restablecida, ellos
la sacrificarían de nuevo sobre el altar de un apetito malsano.
FUENTE: Libro consejo sobre el regimen alimenticio de Elena G. White (Coofundadora de la Iglesia Adventista) Christian Temperance and Bible Hygiene, 151 (1890).
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