Elementos esenciales de la salud - Consejos Sobre la Salud - Elena G. White

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Conocimiento de los principios básicos

Muchos me han preguntado: “¿Qué debo hacer para conservar mi salud mejor?” Mi respuesta es: Deje de transgredir las leyes de su ser; deje de complacer el apetito depravado; consuma alimentos sencillos; vístase en forma saludable, lo que requiere sencillez y modestia; trabaje saludablemente; y no se enfermará. CSI 37.1
Es un pecado estar enfermo, porque todas las enfermedades son resultado de la transgresión. Muchos sufren como consecuencia de la transgresión de sus padres. No se los puede censurar por el pecado de ellos; sin embargo tienen el deber de investigar en qué puntos sus padres violaron las leyes de su ser, con lo que impusieron a sus hijos una herencia tan miserable; y al descubrir los errores de aquéllos, se deben apartar de ese curso de acción y practicar hábitos correctos con el fin de promover una salud mejor. CSI 37.2
Los hombres y las mujeres debieran familiarizarse con la filosofía de la salud. Las mentes de los seres racionales parecerían estar en tinieblas con respecto a sus propias estructuras físicas y cómo conservarlas en una condición saludable. La generación actual le ha confiado sus cuerpos a los médicos y sus almas a los ministros. ¿Acaso no se le paga bien al ministro para que estudie la Biblia en lugar de sus feligreses, de modo que éstos no tengan que molestarse en hacerlo? ¿No es obligación suya decirles lo que deben creer, y decidir todas las cuestiones teológicas dudosas sin que ellos tengan que realizar ninguna investigación especial? Si se enferman, consultan al médico, creen todo lo que les dice, y se tragan cualquier receta que les prescribe; ¿acaso no se le paga bien para que considere deber suyo comprender todas sus enfermedades físicas y los remedios que les debe dar para que se mejoren, sin que ellos tengan que preocuparse por el asunto?...* CSI 37.3
Nuestra felicidad está tan íntimamente relacionada con la salud, que no podemos gozar de aquélla sin que esta última sea buena. Para que podamos glorificar a Dios en nuestros cuerpos, necesitamos tener un conocimiento práctico de la ciencia de la vida humana. Por eso, es de primordial importancia que la fisiología ocupe el primer lugar entre los estudios que se eligen para los niños. ¡Cuán pocas personas poseen un conocimiento adecuado acerca de las estructuras y las funciones de sus propios cuerpos y de las leyes naturales que los gobiernan! Muchos andan a la deriva sin ningún conocimiento, como un barco en alta mar sin brújula ni ancla; y lo que es peor, ni siquiera demuestran el menor interés en prevenir las enfermedades ni en cómo conservar sus cuerpos en una condición saludable. 

La abnegación es esencial

La complacencia de los apetitos animales ha degradado y esclavizado a muchos. La abnegación y la restricción de los apetitos animales son necesarias para levantar la condición de los seres humanos y establecer y promover entre ellos una salud mejor y principios morales más elevados, y quitar así la corrupción de la sociedad. Cada violación de los principios alimentarios contribuye a embotar las facultades de percepción, haciendo imposible que la persona culpable pueda apreciar las cosas eternas o valorarlas correctamente. La humanidad no debe ignorar las consecuencias de los excesos; esto es de importancia fundamental. La temperancia en todas las cosas es indispensable para la promoción de la buena salud y el desarrollo y el crecimiento de un buen carácter cristiano. CSI 38.2
Los que transgreden las leyes divinas en lo que atañe a su organismo, tampoco vacilarán en violar la Ley de Dios dada en el Sinaí. Los que después de haber recibido la luz se nieguen a comer y beber por principio, en lugar de dejarse controlar por el apetito, no se preocuparán porque los demás aspectos de su vida sean gobernados por principios. La investigación del tema de la reforma en la alimentación desarrollará el carácter e invariablemente pondrá de manifiesto a los que eligen hacer “un dios de sus vientres”. 

Responsabilidad de los padres

Los padres necesitan despertar e inquirir en el temor de Dios: ¿Qué es verdad? Sobre ellos reposa una tremenda responsabilidad. Deberían poseer conocimientos prácticos de los principios fisiológicos para distinguir entre los hábitos físicos correctos y los perniciosos e instruir a sus hijos acerca de ellos. Las grandes masas humanas son tan ignorantes e indiferentes con respecto a la educación física y moral de sus hijos como lo es la creación animal. Sin embargo se atreven a echarse encima la responsabilidad de ser padres. CSI 39.2
Cada madre debiera familiarizarse con las leyes que gobiernan la vida física. Debe enseñarles a sus hijos que la gratificación de los apetitos animales produce un efecto mórbido sobre el sistema y debilita sus sensibilidades morales. Los padres deben buscar la luz y la verdad como si buscaran un tesoro escondido. A los padres se les ha encomendado la sagrada responsabilidad de formar los caracteres de sus hijos mientras son niños. Tienen el deber de ser tanto maestros como médicos de ellos. Deberían comprender las exigencias y las leyes de la naturaleza. La conformidad cuidadosa con las leyes que Dios ha implantado en nuestro ser nos asegurará una buena salud, y en nosotros no se producirá un quebrantamiento de la constitución que nos inducirá a llamar al médico para que nos ponga otra vez en buenas condiciones. CSI 39.3
Muchos parecen pensar que tienen el derecho de tratar a sus cuerpos como les parece, pero olvidan que sus cuerpos no les pertenecen. El Creador, que los formó, tiene derechos sobre ellos que no se pueden ignorar impunemente. Cada transgresión innecesaria de las leyes que Dios ha establecido para nuestros cuerpos, constituye virtualmente una violación de la ley de Dios, y a la vista del Cielo es un pecado tan grande como el quebrantamiento de los Diez Mandamientos. La ignorancia de este importantísimo tema es un pecado. La luz brilla sobre nosotros actualmente, y si no la apreciamos ni actuamos inteligentemente con respecto a estas cosas, quedaremos sin excusa, porque el entenderlas es nuestro más elevado interés terrenal. CSI 40.1

La sabiduría de las obras de Dios

Indúzcase a la gente a que estudie la manifestación del amor de Dios y de su sabiduría en las obras de la naturaleza. Indúzcasela a que estudie el maravilloso organismo del cuerpo humano y las leyes que lo rigen. Los que disciernen las pruebas del amor de Dios, que entienden algo de la sabiduría y el buen propósito de sus leyes, así como de los resultados de la obediencia, llegarán a considerar sus deberes y obligaciones desde un punto de vista muy diferente. En vez de ver en la observancia de las leyes de la salud un sacrificio y un renunciamiento, la tendrán por lo que es en realidad: un inapreciable beneficio. CSI 40.2
Todo obrero evangélico debe comprender que la enseñanza de los principios que rigen la salud forma parte de la tarea que se le ha señalado. Esta obra es muy necesaria y el mundo la espera.—El Ministerio de Curación, 105. 

Se debe gobernar el cuerpo

La vida es un regalo de Dios. Se nos han dado nuestros cuerpos para que los empleemos en el servicio del Señor, y él desea que los cuidemos y les tengamos aprecio. Poseemos facultades físicas y mentales. Nuestros impulsos y pasiones tienen su asiento en el cuerpo, y por lo tanto no debemos hacer nada que contamine esta posesión que se nos ha confiado. Debemos mantener nuestros cuerpos en la mejor condición física posible, y bajo una constante influencia espiritual para que podamos utilizar nuestros talentos de la mejor manera. Léase. 1 Corintios 6:13. CSI 41.1
El uso equivocado del cuerpo acorta el período de vida que Dios ha asignado para que lo utilicemos en su servicio. Cuando nos permitimos el cultivo de hábitos equivocados, nos acostamos a altas horas de la noche, y satisfacemos las demandas del apetito a expensas de la salud, colocamos los fundamentos de nuestra debilidad. Desequilibramos el sistema nervioso cuando descuidamos el ejercicio físico o recargamos de trabajo la mente o el cuerpo. Los que acortan sus vidas de este modo y no hacen caso de las leyes naturales, son culpables de robarle a Dios. No tenemos derecho de descuidar el cuerpo, la mente, o las fuerzas, ni de abusar de estos dones que deberían utilizarse para ofrecer a Dios un servicio consagrado. CSI 41.2
Todos deberían poseer un conocimiento inteligente de la constitución humana, con el fin de mantener sus cuerpos en las mejores condiciones para realizar la obra del Señor. Los que se atreven a formar hábitos que debilitan las energías nerviosas y disminuyen el vigor de la mente o el cuerpo, se vuelven ineficientes para el trabajo que Dios les ha pedido que hagan. Por otra parte, una vida pura y saludable es apta para el perfeccionamiento del carácter cristiano y para el desarrollo de sus facultades mentales y físicas.* CSI 41.3
La ley de la temperancia debe controlar la vida de cada cristiano. En todos nuestros pensamientos debemos tener presente a Dios; siempre se debe mantener en alto su gloria. Necesitamos desembarazarnos de toda influencia que pudiera mantener nuestros pensamientos cautivos y alejarnos de Dios. Tenemos ante Dios la sagrada obligación de gobernar nuestros cuerpos y controlar nuestros apetitos y pasiones de tal manera que no nos aparten de la pureza y la santidad ni alejen nuestras mentes de la obra que Dios requiere de nosotros. Léase Romanos 12:1. 

Se debe adoptar una alimentación sencilla

Si hubo alguna vez un tiempo en que la alimentación debía ser de la clase más sencilla, es ahora. No debe ponerse carne delante de nuestros hijos. Su influencia tiende a excitar y fortalecer las pasiones inferiores, y tiende a amortiguar las facultades morales. Los cereales y las frutas, preparados sin grasa y en forma tan natural como sea posible, deben ser el alimento destinado a todos aquellos que aseveran estar preparándose para ser trasladados al Cielo. Cuanto menos excitante sea nuestra alimentación, tanto más fácil será dominar las pasiones. La complacencia del gusto no debe ser consultada sin tener en cuenta la salud física, intelectual o moral. CSI 42.2
La satisfacción de las pasiones más bajas inducirá a muchos a cerrar los ojos a la luz, porque temen ver pecados que no están dispuestos a abandonar. Todos pueden ver si lo desean. Si prefieren las tinieblas a la luz, su criminalidad no disminuirá por ello. ¿Por qué no leen los hombres y mujeres y se instruyen en estas cosas que tan decididamente afectan su fuerza física, intelectual y moral?—Testimonios para la Iglesia 2:316. CSI 42.3

Cultívese la habilidad

No os deis por satisfechos con alcanzar un bajo nivel. No somos lo que podríamos ser, ni lo que Dios quiere que seamos. Dios no nos ha dado las facultades racionales para que permanezcan ociosas, ni para que las pervirtamos en la persecución de fines terrenales y mezquinos, sino para que sean desarrolladas hasta lo sumo, refinadas, ennoblecidas y empleadas en hacer progresar los intereses de su reino. CSI 48.1
Nadie debe consentir en ser mera máquina, accionada por la inteligencia de otro hombre. Dios nos ha dado capacidad para pensar y obrar, y actuando con cuidado, buscando en Dios nuestra sabiduría, llegaremos a estar en condición de llevar nuestras cargas. Obrad con la personalidad que Dios os ha dado. No seáis la sombra de otra persona. Contad con que el Señor obrará en vosotros, con vosotros y por medio de vosotros.—El Ministerio de Curación, 398. 

Temperantes en todo

La reforma de la salud es una parte importante del mensaje del tercer ángel; y como pueblo que profesa esta reforma debemos avanzar continuamente, y nunca retroceder. Es una gran cosa que podamos asegurarnos la salud acatando las leyes de la vida, y muchos no lo han hecho. Gran parte de las enfermedades y los sufrimientos que abundan entre nosotros son el resultado de la transgresión de las leyes físicas, producto de los propios malos hábitos de la gente.* CSI 48.3
Nuestros antepasados nos han hecho herederos de costumbres y apetitos que plagan al mundo con enfermedades. Las consecuencias de los pecados que los padres cometen al complacer los apetitos pervertidos, recaen dolorosamente sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generaciones. La mala alimentación de muchas generaciones, los hábitos de glotonería y desenfreno de la gente, han hecho que se llenen nuestros hospicios, prisiones y manicomios. La intemperancia en la bebida de té, café, vino, cerveza, ron y brandy, además del uso del tabaco, el opio y otros narcóticos, ha producido una gran degeneración mental y física que continúa creciendo constantemente. CSI 49.1
¿Son estos males que azotan a la raza humana un resultado de la providencia de Dios? No; en realidad existen porque la gente ha vivido en forma contraria a su providencia y todavía continúa ignorando sus leyes irresponsablemente. Con las palabras del apóstol, apelo a las personas que no han sido cegadas ni paralizadas por enseñanzas y prácticas erróneas, a los que están listos a rendirle a Dios el mejor servicio de que son capaces: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Romanos 12:1-2. No tenemos derecho de violar caprichosamente un solo principio de las leyes de la salud. Los cristianos no deben aceptar las costumbres y prácticas del mundo. CSI 49.2
La historia de Daniel fue registrada para beneficio nuestro. El eligió una conducta que lo hizo conspicuo en la corte del rey. No se conformó a los hábitos alimentarios de los cortesanos, sino que propuso en su corazón no comer las carnes de la mesa del rey ni beber sus vinos. Esta decisión no fue tomada a la ligera ni de modo vacilante, sino que fue hecha con inteligencia y practicada resueltamente. Daniel honró a Dios; y en él se cumplió la promesa: “Yo honraré a los que me honran”. 1 Samuel 2:30. El Señor le dio “conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias” y también le concedió “entendimiento en toda visión y sueños” (Daniel 1:17); de modo que llegó a ser más sabio que todos los miembros de la corte real, más sabio que todos los astrólogos y magos del reino. CSI 49.3
Los que sirvan a Dios con sinceridad y verdad constituirán un pueblo peculiar, diferente del mundo y separado de él. Sus alimentos no serán preparados para complacer la glotonería o gratificar el gusto pervertido, sino para obtener de ellos la mayor cantidad de fortaleza física y, en consecuencia, la mejor condición mental...CSI 50.1
La gratificación excesiva en la comida es un pecado. Nuestro padre celestial ha derramado sobre nosotros la gran bendición de la reforma pro salud, para que lo podamos glorificar obedeciendo las demandas que hace de nosotros. Los que han recibido la luz acerca de este importantísimo tema tienen el deber de manifestar un mayor interés por los que todavía sufren por falta de conocimiento. Los que esperan el pronto regreso de su Salvador no deberían manifestar una falta de interés en esta gran obra de reforma. La acción armoniosa y saludable de todas las facultades del cuerpo y la mente produce felicidad; mientras más elevadas y limpias sean estas facultades, más pura y genuina será la felicidad. Una existencia sin propósitos es una muerte en vida. La mente debería preocuparse de los temas que se refieren a nuestros intereses eternos. Esto contribuirá a la salud del cuerpo y de la mente. CSI 50.2
Nuestra fe requiere que levantemos las normas de la reforma y que demos pasos de progreso. Debemos separarnos del mundo si queremos que Dios nos siga aceptando. Como pueblo, el Señor nos amonesta: “Salid de en medio de ellos, y apartaos... y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré”. 2 Corintios 6:17. Pueda ser que el mundo los desprecie por no conformarse a sus normas ni participar en sus diversiones disipadas ni seguir sus costumbres perniciosas; pero el Dios del cielo ha prometido recibirlos y ser para ustedes un padre: “Y seré para vosotros por padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”. Vers. 18. 

El mundo no es nuestro criterio

El mundo no debe ser un criterio para nosotros. Hoy es costumbre gratificar el apetito con comidas exuberantes y estímulos artificiales, de modo que se estimulan las propensiones animales y se coarta el crecimiento y el desarrollo de las facultades morales. A menos que los descendientes de Adán decidan practicar la temperancia en todas las cosas, no hay ningún estímulo que se le pueda dar a ninguno de ellos para que lleguen a ser militantes victoriosos en la lucha cristiana. Al hacerlo, no pelearán como quien hiere el aire.—Testimonies for the Church 4:35. 

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