Esclavos del apetito - Consejo Sobre el Régimen Alimenticio por: Elena G. White

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 Hay una clase que profesa creer la verdad, que no usa tabaco, rapé, té o café, y que sin embargo es culpable de gratificar el apetito de una manera diferente. Anhelan con vehemencia carnes muy sazonadas, con salsas concentradas, y su apetito se ha pervertido tanto que no pueden satisfacerse siquiera con carne, a menos que se la prepare de una manera muy perjudicial. El estómago resulta afiebrado, los órganos digestivos son recargados, y sin embargo el estómago trabaja duramente para deshacerse de la carga que se le impuso por la fuerza. Después que el estómago ha realizado su tarea está exhausto, lo cual causa languidez. Aquí muchos son engañados, y piensan que es la falta de alimentos lo que produce tal sensación, y sin dar al estómago tiempo para descansar, toman más alimentos, que por el momento quitan la languidez. Y cuanto más se complazca el apetito, mayores serán sus clamores para ser gratificado. Estas languideces son generalmente el resultado de comer carne, y comerla con frecuencia, y en gran cantidad... CRA 186.1
Debido a que está de moda, y de acuerdo con el apetito mórbido, se atiborra el estómago de tortas, budines y pasteles concentrados, y de toda cosa dañina. La mesa debe estar cargada con una variedad de alimentos, o de otra manera el apetito depravado no resulta satisfecho. Por la mañana, estos esclavos del apetito a menudo tienen un aliento impuro, y una lengua saburrosa. No disfrutan de salud, y se preguntan por qué tienen dolor de cabeza y diferentes malestares. Muchos comen tres veces por día, y de nuevo antes de ir a la cama. En poco tiempo los órganos digestivos resultan gastados, porque no han tenido tiempo de descansar. Estas personas se convierten en miserables dispépticos, y se admiran de cómo han llegado a esa condición. La causa ha traído sus seguros resultados. No debe tornarse una segunda comida hasta que el estómago haya tenido tiempo de descansar del trabajo de digerir la comida previa. Si de todas maneras se consume otra comida en el día, ésta debe ser liviana, y varias horas antes de ir a la cama. CRA 186.2
Muchos están tan dedicados a la intemperancia que no cambiarán su proceder de complacer la glotonería bajo ninguna consideración. Antes sacrificarían la salud, y morirían prematuramente, que restringir su apetito intemperante. Y hay muchos que son ignorantes de la relación que su comer y beber tiene con la salud. Si los tales fueran iluminados, podrían tener valor moral para renunciar a su apetito, y comer en forma más espaciada, y sólo la clase de alimentos que son saludables; así, mediante su propia conducta, se ahorrarían una gran cantidad de sufrimientos.—Spiritual Gifts 4:129-131 (1864). CRA 187.1
Educad el apetito
Las personas que han acostumbrado su apetito a comer libremente carnes, salsas muy sazonadas y diversas clases de tortas y conservas concentradas, no pueden saborear inmediatamente un menú sano y nutritivo. Su gusto está tan pervertido que no tienen apetito por un menú sano de frutas, pan sencillo y verduras. No necesitan esperar que de primera intención les gustará un alimento tan diferente de aquel que se han complacido en comer. Si al comienzo no pueden disfrutar de alimentos sencillos, deben ayunar hasta que lo puedan hacer. El ayuno resultará para ellos de mayor beneficio que la medicina, pues el estómago del cual se ha abusado encontrará el descanso que por mucho tiempo ha necesitado, y el hambre verdadera puede ser satisfecha con un régimen sencillo. Se requerirá tiempo para que el gusto se recupere de los abusos que ha recibido, y para obtener de nuevo su tono natural. Pero la perseverancia en una conducta de negación propia en materia de comida y bebida pronto hará sabroso un régimen sencillo y sano, y pronto éste será consumido con mayor satisfacción de lo que un sibarita goza de sus bocados exquisitos. CRA 187.2
El estómago no está afiebrado con la carne, ni está abrumado, sino que se halla en una condición saludable, y puede realizar con rapidez su tarea. No debe haber demora en la reforma. Deben hacerse esfuerzos para preservar cuidadosamente las fuerzas restantes de las energías vitales, deshaciéndose de toda carga abrumadora. El estómago no podrá nunca recuperar plenamente su salud, pero la debida clase de alimento evitará mayor debilidad, y muchos se recuperarán más o menos, a menos que hayan ido demasiado lejos en la glotonería suicida. CRA 188.1
Los que se permiten llegar a ser esclavos de un apetito glotón, a menudo van todavía más allá, y se rebajan a sí mismos complaciendo sus corruptas pasiones, que han sido excitadas por la intemperancia en el comer y beber. Dan rienda suelta a sus pasiones degradantes, hasta que la salud y el intelecto sufren grandemente. La facultad de razonar es destruida en gran medida por los hábitos. CRA 188.2

El efecto de la complacencia física, mental y moral

246. Muchos estudiantes son deplorablemente ignorantes del hecho de que el régimen alimenticio ejerce una poderosa influencia sobre la salud. Algunos nunca han realizado un esfuerzo determinado para gobernar su apetito, o para observar las debidas reglas con respecto al régimen. Comen demasiado, en las horas regulares, y algunos comen entre horas cuando quiera que se presente la tentación. Si los que profesan ser cristianos desean resolver la pregunta que tanta perplejidad les causa, de por qué sus mentes son lentas, por qué sus aspiraciones religiosas son tan débiles, no necesitan, en muchos casos, ir más lejos que la mesa; aquí hay una causa suficiente, aunque no hubiere ninguna otra. CRA 188.3
Muchos se separan a sí mismos de Dios por la complacencia de su apetito. El que toma nota de la caída de un gorrión, el que ha contado los cabellos de nuestra cabeza, toma nota del pecado de los que complacen un apetito pervertido a expensas del debilitamiento de las facultades físicas, entorpeciendo el intelecto y amortiguando las percepciones morales.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 83 (1890). CRA 189.1

Un día futuro de remordimiento

247. Muchos están incapacitados para trabajar tanto mental como físicamente porque comen con exceso y satisfacen las pasiones concupiscentes. Las propensiones animales son fortalecidas, mientras que la naturaleza moral y espiritual queda debilitada. Cuando estemos en derredor del gran trono blanco, ¿qué informe presentará la vida de muchos? Entonces verán lo que podrían haber hecho si no hubiesen degradado las facultades que Dios les dio. Entonces comprenderán a qué altura de grandeza intelectual podrían haber alcanzado, si hubiesen dado a Dios toda la fuerza física y mental que les había confiado. En la agonía de su remordimiento, anhelarán poder volver a vivir de nuevo su vida.—Joyas de los Testimonios 2:30 (1882). CRA 189.2
[Efectos sobre la mente y el cuerpo del comer en exceso—219, 220] CRA 189.3

El apetito antinatural debe ser restringido

248. La Providencia ha estado guiando al pueblo de Dios para sacarlo de los hábitos extravagantes del mundo, de la complacencia del apetito y de la pasión, a fin de que asuma una posición firme sobre la plataforma de la negación del yo, y de la temperancia en todas las cosas. El pueblo a quien Dios está guiando será un pueblo peculiar. No será como el mundo. Si los hijos de Dios siguen las directivas divinas, realizarán los propósitos del Señor, y rendirán su voluntad a la voluntad de él. Cristo habitará en su corazón. El templo de Dios será santo. Vuestro cuerpo, dice el apóstol, es el templo del Espíritu Santo. Dios no exige que sus hijos se nieguen a sí mismos para perjuicio de su fortaleza física. El les pide que obedezcan las leyes naturales, a fin de preservar su salud física. La senda de la naturaleza es el camino que él nos señala, y es un camino suficientemente ancho para todo cristiano. Con pródiga mano Dios nos ha provisto de una rica y variada abundancia para nuestro sustento y para nuestro gozo. Pero a fin de disfrutar del apetito natural, que preservará la salud y prolongará la vida, él restringe el apetito. El dice: ¡Cuidado, restricción, negación, apetito antinatural! Si creamos un apetito pervertido, violamos las leyes de nuestro ser, y asumimos la responsabilidad de abusar de nuestros cuerpos y de acarrearnos enfermedad.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 150, 151 (1890). CRA 189.4
249. Los que han recibido instrucciones acerca de los peligros del consumo de carne, té, café y alimentos demasiado condimentados o malsanos, y quieran hacer un pacto con Dios por sacrificio, no continuarán satisfaciendo sus apetitos con alimentos que saben son malsanos. Dios pide que los apetitos sean purificados y que se renuncie a las cosas que no son buenas. Esta obra debe ser hecha antes que su pueblo pueda estar delante de él como un pueblo perfecto.—Joyas de los Testimonios 3:354 (1909). CRA 190.1
250. Dios no ha cambiado, ni se propone cambiar nuestro organismo físico, a fin de que podamos violar una sola ley sin sentir los efectos de esta violación. Pero muchos cierran voluntariamente sus ojos a la luz... Al complacer sus inclinaciones y apetitos, violan las leyes de la vida y la salud; y si obedecen a la conciencia, deben estar controlados por los principios en su comer y vestir, en vez de ser guiados por la inclinación, la moda y el apetito.—The Health Reformer, septiembre de 1871. 

La utilidad de los obreros de Dios depende de que dominen su apetito

251. Presente Ud. ante el pueblo la necesidad de resistir la tentación de complacer el apetito. Es aquí donde muchos fallan. Explique cuán estrechamente relacionados están la mente y el cuerpo, y muestre la necesidad de guardar a ambos en la mejor condición posible... CRA 191.1
Todos los que complacen el apetito, malgastan las energías físicas, y debilitan el poder moral, tarde o temprano sentirán la retribución que sigue a la transgresión de la ley física. CRA 191.2
Cristo dio su vida para comprar la redención del pecador. El Redentor del mundo sabía que la complacencia del apetito estaba acarreando debilidad física y amorteciendo las facultades perceptivas, de tal manera que las cosas sagradas y eternas no pudieran ser discernidas. El sabía que la complacencia propia estaba pervirtiendo las facultades morales, y que la gran necesidad del hombre era la conversión: una conversión del corazón, de la mente y del alma, conversión de una vida de complacencia propia a una vida de negación del yo y de abnegación. Quiera el Señor ayudarlo a Ud. como su siervo a apelar a los ministros y a despertar a las iglesias dormidas. Que el trabajo que Ud. hace como médico y ministro esté en armonía con los principios. Es con este propósito con el cual nuestros sanatorios están establecidos, para predicar la verdadera temperancia... CRA 191.3
Como pueblo, necesitamos una reforma, y especialmente la necesitan los ministros y maestros de la Palabra. He sido instruida para decir a nuestros ministros y a los presidentes de nuestras asociaciones: Vuestra utilidad como obreros para Dios en la obra de rescatar a las almas que perecen, depende mucho de vuestro éxito en dominar el apetito. Dominad el deseo de gratificar el apetito, y si lo hacéis, vuestras pasiones serán fácilmente dominadas. Entonces vuestras facultades mentales y morales serán más fuertes. “Y ellos le han vencido... por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos”.—Carta 158, 1909. CRA 191.4

Un ruego a los colaboradores

252. El Señor os ha escogido para hacer su obra, y si trabajáis con cuidado, con prudencia, y ponéis vuestros hábitos en el comer en perfecta sujeción al conocimiento que tenéis y a la razón, tendréis horas mucho más placenteras y agradables que si actuáis imprudentemente. Aplicad los frenos, resistid vuestro apetito, colocándolo bajo estricto control, y entonces abandonaos en las manos de Dios. Prolongad vuestra vida por una cuidadosa vigilancia de vosotros mismos.—Carta 49, 1892. CRA 192.1

La conducta abstemia aumenta el vigor

253. Los hombres que se dedican a dar el último mensaje de amonestación al mundo, un mensaje que ha de decidir el destino de las almas, deben hacer en su propia vida una aplicación práctica de las verdades que predican a los demás. Deben ser para la gente ejemplos en su manera de comer y beber y en su casta conversación y comportamiento. En todas partes del mundo, la glotonería, la complacencia de las pasiones viles y los pecados graves son ocultados bajo el manto de la santidad por muchos que profesan representar a Cristo. Hay hombres de excelente capacidad natural, cuya labor no alcanza a la mitad de lo que podría ser si ellos fuesen templados en todas las cosas. La satisfacción del apetito y la pasión embota la mente, disminuye la fuerza física y debilita el poder moral. Sus pensamientos no son claros. No pronuncian sus palabras con poder; éstas no son vivificadas por el Espíritu de Dios para alcanzar los corazones de los oyentes. CRA 192.2
Así como nuestros primeros padres perdieron el Edén por complacer el apetito, nuestra única esperanza de reconquistar el Edén consiste en dominar firmemente el apetito y la pasión. La abstinencia en el régimen alimenticio y el dominio de todas las pasiones conservarán el intelecto y darán un vigor mental y moral que capacitará a los hombres para poner todas sus propensiones bajo el dominio de las facultades superiores, para discernir entre lo bueno y lo malo, lo sagrado y lo profano. Todos los que tienen un verdadero sentido del sacrificio hecho por Cristo al abandonar su hogar del cielo para venir a este mundo a fin de mostrar al hombre, por su propia vida, cómo resistir la tentación, se negarán alegremente a sí mismos y resolverán participar de los sufrimientos de Cristo. CRA 193.1
El temor de Jehová es el principio de la sabiduría. Los que venzan como Cristo venció, necesitarán precaverse constantemente contra las tentaciones de Satanás. El apetito y las pasiones deben ser sometidos al dominio de la conciencia iluminada, para que el intelecto no sufra perjuicio, y las facultades de percepción se mantengan claras a fin de que las obras y trampas de Satanás no sean interpretadas como providencia de Dios. Muchos desean la recompensa y la victoria finales que han de ser concedidas a los vencedores, pero no están dispuestos a soportar los trabajos, las privaciones y la abnegación como lo hizo su Redentor. Únicamente por la obediencia y el esfuerzo continuo seremos vencedores como Cristo lo fue. CRA 193.2
El poder dominante del apetito causará la ruina de millares de personas, que si hubiesen vencido en ese punto, habrían tenido fuerza moral para obtener la victoria sobre todas las demás tentaciones de Satanás. Pero los que son esclavos del apetito no alcanzarán a perfeccionar el carácter cristiano. La continua transgresión del hombre durante seis mil años ha producido enfermedad, dolor y muerte. Y a medida que nos acerquemos al fin, la tentación de complacer el apetito será más poderosa y más difícil de vencer.—Joyas de los Testimonios 1:421-423 (1875). CRA 193.3
[La senda de la abnegación en el comer es la senda de la salud—473] 

La relación de los hábitos con la santificación

254. Es imposible que cualquiera disfrute de la bendición de la santificación mientras sea egoísta y glotón. Los que tal hacen gimen bajo una carga de enfermedades debido a los malos hábitos en el comer y beber, que hacen violencia a las leyes de la vida y la salud. Muchos están debilitando sus órganos digestivos al complacer un apetito pervertido. El poder que tiene la constitución humana de resistir los abusos que se cometen con ella es admirable; pero los hábitos erróneos persistentes que consisten en comer y beber en exceso debilitarán toda función del cuerpo. Que estas personas débiles consideren lo que podrían haber sido si hubieran vivido en forma temperante, y promovido la salud en lugar del abuso. En la gratificación del apetito y la pasión pervertidos, aun los profesos cristianos incapacitan a la naturaleza en su obra, y aminoran el poder físico, mental y moral. Algunos que lo están haciendo, pretenden estar santificados para Dios; pero tal pretensión no tiene fundamento... CRA 194.2
“El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos... Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová”. Malaquías 1:6-8, 13. CRA 194.3
Demos cuidadosa atención a estas advertencias y reproches. Aunque fueron dirigidos al antiguo Israel, no son menos aplicables al pueblo de Dios hoy. Y debemos considerar las palabras del apóstol en que él ruega a sus hermanos, por la misericordia de Dios, que presenten sus cuerpos, “en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”. Esta es la verdadera santificación. No es meramente una teoría, una emoción, o una forma de palabras, sino un principio vivo y activo que entra en la vida cotidiana. Requiere que nuestros hábitos en el comer, beber y vestir, sean tales que aseguren la preservación de la salud física, mental y moral, de manera que podamos presentar al Señor nuestros cuerpos, no como una ofrenda corrompida por los malos hábitos, sino como “un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”. CRA 195.1
Nadie que profese piedad considere con indiferencia la salud del cuerpo, y se halague a sí mismo con el pensamiento de que la intemperancia no es un pecado, y que no afectará su espiritualidad. Existe una estrecha simpatía entre la naturaleza física y la moral.—The Review and Herald, 25 de enero de 1881. CRA 195.2

Se requiere una decisión del carácter

255. El negarse a satisfacer el apetito exige decisión del carácter. Por falta de esta decisión multitudes son arruinadas. Débiles, flexibles, fácilmente desviables, muchos hombres y mujeres fallan completamente en el plan de llegar a ser lo que Dios desea que sean. Los que carecen de decisión de carácter no pueden hacer un éxito de la tarea diaria de vencer. El mundo está lleno de personas embrutecidas, intemperantes, de una mente debilitada, ¡y cuán difícil es para ellos llegar a ser verdaderos cristianos! CRA 195.3
¿Qué dice el gran Médico misionero? “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Es la obra de Satanás la de tentar a los hombres a tentar a sus semejantes. Este hace lo posible para inducir a los hombres a colaborar con él en su obra de destrucción. El lucha para inducirlos a entregarse tan completamente a la complacencia del apetito y a las diversiones y locuras excitantes por las cuales clama naturalmente la naturaleza humana, pero que la Palabra de Dios decididamente prohíbe, que puedan ser clasificados como sus ayudadores: trabajan con él para destruir la imagen de Dios en el hombre. CRA 196.1
Mediante las poderosas tentaciones de los principados y potestades, muchos son entrampados. Esclavizados por el capricho del apetito, son embrutecidos y degradados... CRA 196.2
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. 1 Corintios 6:19, 20. CRA 196.3
Los que comprenden constantemente que ésta es su relación con Dios, no pondrán en el estómago alimentos que agraden el apetito, pero que perjudiquen los órganos digestivos. No echarán a perder la propiedad de Dios complaciéndose en hábitos impropios en el comer, beber y vestir. Tendrán gran cuidado de la maquinaria humana, porque se dan cuenta de que deben hacerlo a fin de trabajar en sociedad con Dios. El quiere que sean sanos, felices y útiles. Pero a fin de que ellos puedan serlo, deben colocar su voluntad del lado de la voluntad divina.—Carta 166, 1903. CRA 196.4
256. Por todas partes ha de hacerse frente a tentaciones excitantes a seguir la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida. El ejercitarse en los principios firmes, y en el estricto control de los apetitos y las pasiones, en el nombre de Jesús el Conquistador, será lo único que los conducirá por la vida en forma segura.—The Health Reformer, mayo de 1878. CRA 197.1

La tentativa fútil de una reforma gradual

257. Algunos dicen, cuando se hace un esfuerzo para iluminarlos sobre este punto [el uso del alcohol y del tabaco]: “Lo dejaré poco a poco”. Pero Satanás se ríe de todas estas decisiones. El dice: Están seguros en mi poder. No tengo temor de ellos en ese terreno. Pero él sabe que no tiene poder sobre el hombre que, cuando los pecadores lo tientan, tiene el valor moral de decir NO en forma terminante y positiva. Tal persona ha rechazado la compañía del diablo, y mientras se aferra a Jesús está seguro. Está donde los ángeles del cielo pueden relacionarse con él, dándole poder para vencer. CRA 197.2

El ruego de Pedro

258. El apóstol Pedro entendía la relación que hay entre la mente y el cuerpo, y levantó su voz para amonestar a los hermanos: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”. 1 Pedro 2:11. Muchos consideran que este texto es una advertencia contra la licencia solamente; pero tiene un significado más amplio. Prohíbe toda gratificación perjudicial del apetito o la pasión. Todo apetito pervertido llega a ser una concupiscencia que combate contra nosotros. El apetito nos fue dado con un buen propósito, no para ser ministro de muerte al ser pervertido, y en esta forma degenerar hasta llegar a producir las “concupiscencias que batallan contra el alma”... CRA 197.3
La fuerza de la tentación a complacer el apetito puede ser comprendida sólo cuando se recuerda la inexpresable angustia de nuestro Redentor durante su largo ayuno en el desierto. El sabía que la complacencia del apetito pervertido amortecería tanto las percepciones del hombre, que éste no podría discernir las cosas sagradas. Adán cayó por la satisfacción del apetito; Cristo venció por la negación del apetito. Y nuestra única esperanza de recuperar el Edén es por medio de un firme dominio propio. Si el apetito pervertido tenía un poder tan grande sobre la humanidad que, a fin de quebrantar su dominio, el divino Hijo de Dios hubo de soportar un ayuno de casi seis semanas en favor del hombre, ¡qué obra está delante del cristiano! Sin embargo, por grande que sea la lucha, éste puede vencer. Con la ayuda del poder divino que soportó las más fieras tentaciones que Satanás pudo inventar, él también puede ser completamente victorioso en su guerra contra el mal, y finalmente podrá llevar la corona de victoria en el reino de Dios.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 53, 54 (1890). CRA 198.1

Por el poder de la voluntad y la gracia de Dios

259. Por medio del apetito, Satanás gobierna la mente y el ser entero. Millares que podrían haber vivido, han ido a la tumba como náufragos físicos, mentales y morales, porque sacrificaron todas sus facultades en la complacencia del apetito. La necesidad de que los hombres de esta generación llamen en su auxilio el poder de la voluntad, fortalecido por la gracia de Dios, a fin de soportar las tentaciones de Satanás, y resistir hasta la menor complacencia del apetito pervertido, es mucho mayor de lo que era hace varias generaciones. Pero la actual generación tiene menos poder de dominio propio que los que vivieron entonces.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 37 (1890). CRA 198.2
260. Pocos tienen la fibra moral para resistir la tentación, especialmente del apetito, y para practicar la negación de sí mismos. A algunos les resulta una tentación demasiado fuerte para ser resistida el ver a otros tomar la tercera comida; e imaginan que están con hambre, cuando la sensación no es un llamado del estómago de que se le dé más alimento, sino un deseo de la mente que no ha sido fortificada con los principios firmes, y disciplinada para negarse a sí misma. Los muros del dominio propio y de la restricción de sí mismo no deben en ningún caso ser debilitados y desmoronados. Pablo, el apóstol de los gentiles, dice: “Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. 1 Corintios 9:27. CRA 199.1
Los que no vencen en las cosas pequeñas, no tendrán poder moral para soportar las grandes tentaciones.—Testimonies for the Church 4:574 (1881). CRA 199.2
261. Fijaos con cuidado en vuestra alimentación. Estudiad las causas y sus efectos. Cultivad el dominio propio. Someted vuestros apetitos a la razón. No maltratéis vuestro estómago recargándolo de alimento; pero no os privéis tampoco de la comida sana y sabrosa que necesitáis para conservar la salud.—El Ministerio de Curación, 248 (1905). CRA 199.3
262. En nuestro trato con los incrédulos, no permitamos que nos desvíen de los principios correctos. Al sentarnos a sus mesas, comamos con templanza, y únicamente alimentos que no confundan nuestra mente. Evitemos la intemperancia. No podemos debilitar nuestras facultades mentales o físicas, e incapacitarnos para discernir las cosas espirituales. Mantengamos nuestra mente en tal condición que Dios pueda inculcarle las preciosas verdades de su Palabra.—Joyas de los Testimonios 2:551, 552 (1900). 

Una cuestión de valor moral

263. Algunos de vosotros os expresáis como si os agradara que alguien os dijese cuánto se debe comer. No debe ser así. Tenemos que actuar desde un punto de vista moral y religioso. Debemos ser templados en todas las cosas, porque se nos ofrece una corona incorruptible, un tesoro celestial. Y ahora quiero decir a mis hermanos y hermanas: Preferiría tener valor moral, asumir una posición definida y gobernarme a mí misma. No quisiera imponer esta carga a otra persona. Coméis demasiado y luego lo lamentáis, y seguís pensando en lo que coméis y bebéis. Comed lo que os beneficia, y levantaos de la mesa sintiéndoos libres ante el cielo, sin remordimiento de conciencia. No creo que se deben evitar todas las tentaciones a los niños ni a los adultos. Nos espera una lucha, y debemos mantenernos en situación de resistir las tentaciones de Satanás; pero necesitamos saber que poseemos en nosotros poder para ello.—Joyas de los Testimonios 1:191 (1870). CRA 200.1
264. Se me ha dado un mensaje para transmitiros: Comed a horas regulares. Debido a los hábitos erróneos en el comer estáis preparándoos para sufrimientos futuros. No es siempre seguro aceptar invitaciones a comidas, aunque éstas provengan de vuestros hermanos y amigos, que desean prodigaros muchas clases de alimentos. Sabéis que podéis comer dos o tres clases de alimentos en una comida sin perjuicio para vuestros órganos digestivos. Cuando sois invitados a una comida, rehuid las muchas variedades de alimentos que ponen ante vosotros los que os han invitado. Esto es lo que debéis hacer si queréis ser fieles centinelas. Cuando se coloca ante vosotros alimentos que, una vez consumidos, impondrán a los órganos digestivos horas de duro trabajo, no podemos, si consumimos estos alimentos, culpar del resultado a los que los colocan ante nosotros. Dios espera que decidamos nosotros mismos consumir solamente los alimentos que no causarán sufrimiento a los órganos digestivos.—Carta 324, 1905. CRA 200.2
[El cuerpo ha de ser siervo de la mente—35] CRA 201.1
[Educación temprana del apetito—346, 353] CRA 201.2
[El apetito ha de ser negado con interés y con celo—65] CRA 201.3
[La oración por sanamiento por parte de los intemperantes—29] CRA 201.4
[Efectos de la complacencia sobre la influencia y la utilidad—72] 

La victoria en Cristo

265. Cristo peleó la batalla en el terreno del apetito, y salió victorioso; y nosotros también podemos vencer por medio de la fuerza derivada de él. ¿Quiénes entrarán por las puertas en la ciudad? No los que declaran que no pueden quebrantar la fuerza del apetito. Cristo resistió el poder de aquel que quisiera retenernos en la esclavitud; aunque debilitado por su largo período de ayuno de cuarenta días, resistió la tentación, y demostró por medio de este acto que nuestros casos no son desesperados. Yo sé que no podemos obtener la victoria solos; y ¡cuán agradecidos debiéramos estar de que tenemos un Salvador viviente, quien está listo y dispuesto a ayudarnos!—Christian Temperance and Bible Hygiene, 19 (1890). CRA 201.6
266. Una vida pura y noble, de victoria sobre nuestros apetitos y pasiones, es posible para todo el que une su débil y vacilante voluntad a la omnipotente e invariable voluntad de Dios.—El Ministerio de Curación, 131, 132 (1905). 

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