LA DIETA DEL PUEBLO DE DIOS - El régimen original - Elena G. White
Escogido por el creador
Para saber cuáles son los mejores comestibles tenemos que estudiar el plan original de Dios para la alimentación del hombre. El que creó al hombre y comprende sus necesidades indicó a Adán cuál era su alimento. “He aquí—dijo—que os he dado toda planta que da semilla..., y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os será para comer”. Génesis 1:29. Al salir del Edén para ganarse el sustento labrando la tierra bajo el peso de la maldición del pecado, el hombre recibió permiso para comer también “plantas del campo”.
Los cereales, las frutas carnosas, los frutos oleaginosos, las legumbres y las hortalizas constituyen el alimento escogido para nosotros por el Creador. Preparados del modo más sencillo y natural posible, son los comestibles más sanos y nutritivos. Comunican una fuerza, una resistencia y un vigor intelectual que no pueden obtenerse de un régimen alimenticio más complejo y estimulante.—El Ministerio de Curación, 227, 228 (1905).
Dios dio a nuestros primeros padres los alimentos que él se propuso que debía comer la raza humana. Era contrario a su plan quitar la vida de ninguna criatura. No debía haber muerte en el Edén. Los frutos de los árboles del jardín, constituían el alimento que requerían las necesidades del hombre.—Spiritual Gifts 4:120 (1864).
Un llamado a regresar
El Señor se propone que su pueblo vuelva a vivir a base de frutas, hortalizas y cereales sencillos... Dios les proveyó a nuestros primeros padres los frutos en su estado natural.—(Escrito en 1890) E. from U.T. 5, 6
Dios está obrando en favor de su pueblo. No desea que esté sin recursos. Lo está haciendo volver al régimen alimenticio originalmente dado al hombre. Este régimen debe consistir en alimentos hechos con las materias primas que él proveyó, que son principalmente las frutas, los cereales y las oleaginosas, aunque también se usarán diversos tubérculos.—Joyas de los Testimonios 3:133 (1902).
Se me ha mostrado reiteradamente que Dios está trayendo a su pueblo de vuelta a su plan original, esto es, el de no subsistir a base de carne de animales muertos. El quiere que enseñemos a la gente un método mejor.
Si se descarta la carne, si el gusto no es educado en esa dirección, y si se estimula el apetito por las frutas y los cereales, pronto ocurrirá lo que Dios quiso que fuera en el principio. Su pueblo no usará nada de carne.—Carta 3, 1884.
El régimen sencillo
Una ayuda para lograr una percepción rápida
116. Si hubo alguna vez un tiempo en que la alimentación debía ser de la clase más sencilla, es ahora.—Joyas de los Testimonios 1:259 (1869).
Dios quiere que los hombres cultiven la fuerza del carácter. Los que son meramente contemporizadores no son aquellos que recibirán una rica recompensa día tras día. El quiere que los que trabajan en su causa sean hombres de aguda inteligencia y rápida percepción. Deben ser temperantes en el comer; los manjares suculentos no deben encontrar lugar en sus mesas; y cuando al cerebro se lo carga constantemente y hay falta de ejercicio físico, deben comer con frugalidad, aun tratándose de alimentos sencillos. La claridad de mente y la firmeza de propósito de Daniel, su fortaleza de intelecto para adquirir conocimientos, se debían en extenso grado a la sencillez de su régimen, en relación con su vida de oración.—Testimonies for the Church 4:515, 516 (1880).
118. Mis queridos amigos, en vez de seguir una conducta que previene la enfermedad, estáis mimando la enfermedad y cediendo a su poder. Debéis evitar el uso de drogas, y observar cuidadosamente las leyes de la salud. Si tenéis alguna consideración por vuestra vida, debéis comer alimentos sencillos, preparados de la manera más simple, y hacer más ejercicio físico. Cada miembro de la familia necesita los beneficios de la reforma pro salud. Pero el uso de drogas debe ser abandonado para siempre; porque al paso que no cura ninguna enfermedad, debilita el sistema, haciéndolo más susceptible a la misma.—Testimonies for the Church 5:311 (1885).
Ahorrando mucho sufrimiento
119. Ud. necesita llevar a la práctica la reforma pro salud en su vida; negarse a sí mismo en el comer y beber para la gloria de Dios. Absténgase de los deseos carnales que batallan contra el alma. Necesita practicar la temperancia en todas las cosas. He aquí una cruz que Ud. ha rehuido. El conformarse a un régimen sencillo, que lo preserve en la mejor condición de salud, es la tarea que le corresponde. Si hubiera vivido de acuerdo con la luz que el cielo permitió que brillara en su sendero, mucho sufrimiento podría haberse ahorrado para su familia. Su propia conducta ha acarreado seguros resultados. Mientras continúe actuando de esta suerte, Dios no vendrá a su familia para bendecirlo en forma especial, y obrar un milagro a fin de ahorrar sufrimientos a su familia. Un régimen sencillo, desprovisto de especias, de carnes y grasas de todo género, resultará una bendición para Ud., y le ahorrará a su esposa una gran cantidad de sufrimiento, pesar y abatimiento...—Testimonies for the Church 2:45, 46 (1868).
Alicientes para llevar una vida sencilla
A fin de prestarle a Dios servicio perfecto, debe Ud. tener conceptos claros de sus requerimientos. Debe Ud. usar los alimentos más sencillos, preparados en la forma más simple, a fin de que los nervios delicados del cerebro no sean debilitados, embotados o paralizados, de tal suerte que le resulte a Ud. imposible discernir las cosas sagradas, y valorar la expiación, la sangre expiatoria de Cristo, como un bien incalculable. “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos a la verdad para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. 1 Corintios 9:24-27.
Si los hombres, sin tener un objetivo más alto que el de una corona perecedera como recompensa de su ambición, se sometían a la temperancia en todas las cosas, ¡cuánto más deben estar dispuestos a practicar la negación de sí mismos aquellos que profesan estar buscando no sólo una corona de gloria inmortal, sino una vida que ha de durar tanto como el trono de Dios, y riquezas eternas, honores imperecederos y un permanente peso de gloria!
¿No debieran los estímulos presentados ante los que corren la carrera cristiana, inducirlos a practicar la negación de sí mismos y la temperancia en todas las cosas a fin de que puedan mantener sujetas sus propensiones animales, herir el cuerpo, y controlar el apetito y las pasiones carnales? Entonces podrán ser participantes de la naturaleza divina, habiendo escapado a la corrupción que está en el mundo por medio de la concupiscencia.
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