La moda de la 'DIETA SIN GLUTEN' es una tontería que aumenta el riesgo de diabetes el gluten solo es malo para los celíacos

Una dieta prolongada sin esta proteína puede perjudicar a la salud de los que no tienen celiaquía

El seguimiento a más de 100.000 personas durante un cuarto de siglo muestra que el gluten solo es dañino para los celíacos. Aquellos que, sin la enfermedad, menos consumían cereales con esta proteína no veían mejorada su salud cardiovascular. De hecho, una dieta prolongada libre de gluten, al evitar el consumo de granos integrales, parece perjudicar al corazón.

La celiaquía es un trastorno autoinmune que provoca la inflamación del intestino delgado si se consume gluten, una proteína presente en cereales como el trigo, el centeno o la cebada. Varios estudios han demostrado además que a largo plazo esta enfermedad, que evita la absorción de nutrientes, puede acarrear la aparición de otros problemas, en particular anemia, osteoporosis y de forma destacada enfermedades coronarias. No hay tratamiento, pero seguir una dieta libre de gluten evita todos estos problemas.

Todos estos datos han tenido una consecuencia inesperada: la moda de las dietas sin gluten. La presunción de que la proteína es mala para los celíacos ha sido aprovechada para promocionar una imagen de que seguir una dieta sin esta proteína es más saludable aunque uno no tenga el trastorno autoinmune. Sin embargo, las evidencias se van acumulando. Ahora le ha tocado a su impacto en el corazón.

Para comprobarlo, un grupo de investigadores estadounidenses han realizado el estudio más largo y con mayor número de personas de los hechos hasta ahora. No en vano, lo empezaron con datos de 1986 recogidos de 110.017 personas. La muestra era mayor, pero apartaron del estudio a aquellos que hace 24 años eran celíacos, diabéticos, tenían alguna enfermedad cardiovascular, cáncer y algunas otras enfermedades. Solo querían personas sanas al empezar el estudio para ver el impacto del gluten en ellas. Cada cuatro años, tuvieron que decirles qué y cuánto comían de una lista de más de 100 productos. Y así hasta 2012, cuando recopilaron todos los datos.

Las cinco principales fuentes de gluten fueron el pan de centeno, la pasta, los cereales del desayuno, el pan de molde y las pizzas. Se fijaron en especial en la dieta de los dos extremos: el 20% que más gluten consumían y el 20% que menos. Al final, estimaron una media de gluten diario de 7,5 gramos (las mujeres) y 10 gramos (los hombres) del primer grupo y 2,6 gramos (mujeres) y 3,3 gramos (hombres) entre los que menos consumían la proteína.

Lo siguiente fue correlacionar estas dietas con la incidencia de enfermedades del corazón. A lo largo de todo el periodo, documentaron 6.529 afecciones coronarias. De ellas, 4.243 fueron infartos de miocardio no fatales y otros 2.286 mortales. Comparados con los participantes con menor consumo de gluten, que presentaron una incidencia de problemas cardíacos de 352 casos por cada 100.000 personas y año, entre los que consumieron más gluten, la incidencia fue menor: 277 casos por cada 100.000 personas y año.

"El gluten es claramente dañino para los que tienen celiaquía", recuerda en una nota el profesor de medicina y gastroenterólogo del Centro para la Celiaquía de la Universidad de Columbia (EE UU) y principal autor del estudio, Benjamin Lebwoh. El problema es que, como él dice, "la popularidad de determinados libros de dietas, basados en datos anecdóticos y evidencias circunstanciales ha extendido la idea de que las dietas bajas en gluten son saludables para todos", añade. En realidad, evitar esta proteína no tiene beneficios para los no celíacos, al menos en lo que se refiere a la salud coronaria, el objetivo de este estudio. "De hecho, puede ser dañina ya que el grano parece tener un efecto protector contra las afecciones del corazón", concluye.

Los autores del estudio, una decena de expertos de otras tantas instituciones médicas de EE UU lanzan un aviso final: "La promoción de dietas sin gluten con el objetivo de prevenir enfermedades coronarias entre personas asintomáticas sin celiaquía debería ser evitada".



La moda 'sin gluten' aumenta el riesgo de diabetes

Solo el 1% de la población es celíaca, pero el 30% actúa como si lo fuera. La Universidad de Harvard alerta de los riesgos de prescindir por capricho de este conjunto de proteínas

Aunque hay al menos unos 160 alimentos de los que se sabe que son capaces de desencadenar reacciones alérgicas, más del 90% de las alergias alimentarias conocidas están causadas por tan solo 8 tipos de alimentos: leche, huevo, pescado, crustáceos, cacahuetes, otros frutos secos, soja y cereales que contienen gluten. La dosis de alimento necesaria para desencadenar reacciones adversas es muy variable. “Puede ser extremadamente baja y varía mucho de unos individuos a otros. En el caso del cacahuete, el contacto con cantidades ínfimas, como las que se pueden transmitir con un beso, puede resultar mortal”, apunta la investigadora Rosina López-Fandiño, al frente del grupo de investigación BIOPEP ( Bioactividad y Alergenicidad de Proteínas y Péptidos Alimentarios), del Instituto de Investigación en Ciencias de la Salud del CSIC. Existe, lógicamente, mucho interés en discernir qué determina que ciertas proteínas sean alergénicas, y si estas tienen características comunes que pudieran señalar a los científicos formas de disminuir los riesgos que ocasionan. “Es un hecho que los alérgenos alimentarios conocidos, tanto de origen animal como vegetal, pertenecen solo a algunas de las miles de familias de proteínas existentes. Esto desafía la hipótesis de que el potencial alergénico de todas las proteínas sea equivalente. Sin embargo, es difícil encontrar entre ellas rasgos comunes, más allá de una gran estabilidad estructural que las hace resistentes a la digestión y difícilmente alterables mediante el procesado, en particular por el tratamiento térmico”, añade. Por tanto, hay dos preguntas cruciales al respecto de alergias e intolerancias, pendientes aún de ser contestadas: ¿qué hace que una persona sea alérgica? y ¿cuáles son los atributos de algunos alimentos y, sobre todo, de sus proteínas, que los hacen más alergénicos que otros? Son muchos los científicos que trabajan en ello.

Por el momento cabe esperar, vaticina la alergóloga Dolores Paloma Ibáñez Sandín, jefe de sección del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, que el boom de las alergias siga en aumento, pues como dependen en gran medida de la carga genética se irán va transmitiendo a los descendientes. “Si uno de los padres es alérgico, el niño tiene el doble de probabilidades de desarrollar alergia. Pero si ambos padres lo son, el riesgo aumenta hasta un 60%-80%. Por lo tanto, como cada vez hay más personas alérgicas, el riesgo de nacer con el potencial de serlo es cada vez mayor”, calcula. Pero hay otros factores, añade, que contribuyen también a ese incremento. “Por ejemplo, se sabe que el contacto con animales de granja en la primera infancia previene el desarrollo de la alergia y actualmente eso cada vez es menos frecuente. Lo habitual es que su hábitat sea aséptico”. De igual forma, Ibáñez Sandín también cree que el auge se puede atribuir, además, a cambios en la alimentación y hábitos dietéticos.

Aparte del crecimiento del número de alérgicos alimentarios, también ha crecido de forma significativa las pesonas que afirman serlo de forma equivocada, “alrededor de un 30% de la población europea”, apunta la experta en alimentos. Tales autodiagnósticos son normalmente erróneos, pues más de la mitad de las presuntas alergias no lo son”. Así, muchas personas deciden motu propio excluir innecesariamente de la dieta uno o varios alimentos con los efectos perjudiciales que puede acarrear. Además, como ese autodiagnóstico es erróneo, esa persona ni averigua la causa verdadera de su malestar ni, por tanto, recibe el tratamiento adecuado. A veces se desata una especie de moda sin fundamento sobre un determinado alimento y mucha gente lo deja porque sí. ¿Un caso claro? El del gluten.

¡Sin gluten, por favor! Entre la dolencia y la moda

Si forma parte de ese 1% de la población que es celíaca, sabrá que sufre una enfermedad autoinmune producida por la intolerancia permanente a las proteínas del gluten, una proteína presente en el trigo, cebada, centeno y avena. Su ingesta causa la atrofia de las vellosidades del intestino delgado, lo que puede causar dolor abdominal, diarreas, pérdida de peso... Pero puede que no sea celíaco y que lo que padezca sea o bien una alergia al trigo, o una intolerancia o sensibilidad al tan ubicuo gluten. “Se denomina sensibilidad al gluten no celíaca, y se refiere a un espectro de caracteres clínicos en los que se relaciona la ingestión de gluten y de otras proteínas de trigo con síntomas gastrointestinales y no intestinales, que a veces coinciden con los que afectan a pacientes celíacos. Pero no hay acuerdo sobre si esa dolencia tiene entidad clínica”, explica López-Fandiño. Restringir el gluten de la dieta sin más puede acarrear deficiencia de fibras y vitaminas. Cabe resaltar también que muchas personas evitan su ingesta porque piensan que “sienta pesado” o, incluso, que engorda. Pero no es nada infrecuente que en su lugar opten por otros productos con más valor calórico y menos calidad nutricional.

Es evidente que ha surgido una especie de furor gluten-free en Occidente que, sin duda, ha espoleado un negocio millonario. En Reino Unido, según The Guardian, solo en 2015 se vendieron productos libres de gluten por un valor de 213 millones de euros, y en EE UU 47.000 millones, más o menos el doble de lo alcanzado cuatro años antes. Pero cuidado: esas posturas radicales ante la dieta, frecuentemente van asociadas a efectos colaterales nocivos. En el caso del gluten, un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard ha publicado recientemente las conclusiones de tres estudios sobre 200.000 personas, las cuales evidencian una vinculación entre las dietas libres de gluten y un aumento en el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, la forma más común de este trastorno metabólico que afecta hoy a unos 400 millones de habitantes en todo el mundo y que, de un tiempo hacia acá, no para de aumentar. Se estima que, hacia 2040, el número de afectados será ya de 642 millones.



La moda antigluten es una tontería

En el Día Mundial del Celíaco, alentamos a tomar en serio una enfermedad que muchos quieren convertir en tendencia

El gluten es una proteína que puede tener una repercusión negativa sobre ciertos ciudadanos. Pero de ahí a afirmar que la sustancia es mala para todos hay un abismo. Insisten en ello las sociedades médicas, a la par que un puñado de famosos y sus acólitos navegan en contra de la evidencia. No hay motivo para eliminar el gluten de su dieta, a no ser que usted sea sensible a su consumo. He aquí cinco claves relevantes sobre la celiaquía, hoy que es el día mundial de los realmente afectados. Sin modas ni tendencias.

1. ¿Cuándo se es celíaco?


La celiaquía afecta al 1% de la población y aparece por factores genéticos y ambientales. El diagnóstico se establece a partir de síntomas digestivos (molestias abdominales, diarrea, vómitos), generales (anemia, dolores óseos, cansancio…) y pruebas inmunológicas en sangre. Pero, “la biopsia intestinal es imprescindible para confirmar la sospecha”, explica Isabel Polanco, catedrática de Pediatría de la Universidad Autónoma de Madrid. Además, “en el 95% de los celíacos se han encontrado unas variantes en genes que participan en la respuesta inmunológica y que son un factor necesario para que aparezca la enfermedad”, añade José Ramón Bilbao, del Laboratorio de Inmunogénetica del Instituto de Investigación BioCruces. En la intolerancia o sensibilidad al gluten no celíacas, no se produce una respuesta del sistema inmunológico, pero el organismo no tolera el gluten. “Generalmente, esto se debe a una alteración enzimática”, dice Polanco. Los síntomas pueden ser digestivos, pero también generales, y desaparecen al suprimir el gluten de la dieta.

2. ¿Se cura la celiaquía?

Eduardo Arranz, profesor de Inmunología de la Universidad de Valladolid y miembro de la Sociedad Española de Enfermedad Celíaca, es tajante: “El celíaco lo es para toda la vida. No hay vuelta atrás. Hay niños que durante la pubertad permanecen sin síntomas, pero más tarde vuelven a tenerlos”. El inmunólogo Manuel Fernández Arquero, del Hospital Clínico San Carlos de Madrid , añade que “es una enfermedad crónica intestinal y no se cura. El único tratamiento eficaz es la dieta estricta sin gluten durante toda la vida (sin trigo, cebada, centeno, avena y sus derivados). Eso sí, los beneficios de no comer gluten no se hacen esperar: a las dos semanas mejoran los síntomas, los análisis se normalizan entre los seis y 12 meses, y las lesiones del intestino se recuperan en dos años.

3. ¿Se desarrolla siempre en la infancia?

Hasta hace poco tiempo se pensaba que era una enfermedad de niños, ya que puede aparecer incluso en menores de tres años. Pero la realidad es que cada vez se diagnostica más en adultos, de hasta 50 años. “La celiaquía se puede desarrollar en cualquier edad de la vida en personas con riesgo genético y que consumen gluten”, subraya Isabel Polanco.

4. ¿Qué son los fodmap?

Son un tipo de hidratos de carbono que se encuentran en alimentos con gluten, en lácteos, legumbres y algunas frutas y hortalizas, y que podrían estar detrás de los síntomas que presentan los intolerantes al gluten. Arranz apunta que estas personas “quedan en un limbo diagnóstico porque no son celíacos, pero cuando toman gluten desarrollan los síntomas. Hay trabajos que sostienen que no es el gluten lo que les hace daño, sino esos fodmap”.

Los ‘fodmap’, un tipo de carbohidrato, podrían estar detras de la intolerancia”

5. ¿ En qué consiste la dieta de un celíaco?

Jesús Román, presidente de la Fundación Alimentación Saludable, subraya: “Lo que el celíaco tiene que entender es que si elimina el gluten será una persona sana, pero si lo toma, tendrá efectos secundarios. La lista de alimentos permitidos son los naturalmente libres de gluten como las frutas. Y hay que tener cuidado con el almidón, que está presente en muchos alimentos, incluso en los caramelos. No obstante es sencillo encontrar alimentos sin”. Eduardo Arranz añade que “cuando se suprime el gluten de la dieta hay que sustituirlo por otro de características nutricionales similares; por ejemplo, la pasta hay que remplazarla por arroz”.


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